Si Argentina fuera una empresa, hoy estaría en quiebra. Si bien hoy el gobierno está llamando a una convocatoria de acreedores para decirles que no puede pagarles los vencimientos del principal ni de los intereses, por un tiempo, los datos muestran que la quita de intereses o de capital que ofrece Argentina para no ir a la quiebra difícilmente vaya a ser aceptada por los acreedores, con lo cual el juez estaría decretando la quiebra en poco tiempo más.
Ya sé que algún abogado me dirá que un país nunca quiebra porque no hay un juez que pueda ejecutar los activos del estado argentino, salvo la Fragata Libertad o alguna otra cosa, pero no es eso lo que estoy debatiendo. Lo que planteo es que el estado argentino, con los activos corrientes que tiene, no puede afrontar el pago de los pasivos corrientes. Argentina no tiene caja, ni créditos a cobrar y tampoco activos líquidos de fácil liquidación para enfrentar los pagos de los intereses y del principal. Sus activos corrientes no le permiten enfrentar sus pasivos corrientes.
Frente a esta situación, hoy el estado argentino estaría llamando a un concurso de acreedores para presentarles una oferta de pago. Si los acreedores no aceptan la propuesta, entonces, si Argentina fuera una empresa, el juez decretaría la quiebra. En rigor, no va a haber ningún juez de algún estrado que decrete la quiebra de Argentina, pero será la gente la que decrete la quiebra de Argentina dejando de invertir en el país, fugando sus capitales, yéndose del país a vivir a otro en que no se confisque la riqueza que se genera, con lo cual la quiebra de Argentina, no consistirá en que un juez decrete la quiebre, consistirá en que la dirigencia política sumergirá al país en la pobreza más absoluta.
Lo que los populistas llaman fuga de capitales, no es otra cosa que la búsqueda de invertir el fruto del trabajo honesto de la gente en países que les respeten su derecho de propiedad. No le roban a nadie. Eso es lo que pretenden vender los populistas que se ponen mal porque esos activos quedan fuera del alcance de sus manos para confiscarlos y financiar sus políticas populistas.
Es curioso cómo los populistas gritan a vos en cuello: fuga de capitales. ¿Qué es eso? Que la gente desprecia la moneda que produce el BCRA y, con el fruto de su trabajo, prefiere comprar dólares en vez de pesos. Así de fácil. Alguien produce salchichas y con los pesos que le entrega el comprador, el vendedor de salchichas compra dólares. La salchicha era de su propiedad y por lo tanto los dólares son de su propiedad. Pero los populistas insisten con que los dólares son del estado y no del dueño del productor que vendió a cambio de los dólares. ¿Por qué semejante disparate? Porque en realidad no quieren que suba el tipo de cambio y quede en evidencia la mala calidad de la moneda que emite el BCRA. Si la gente no quiere los pesos, entonces demanda dólares y encima la gente lleva el fruto de su trabajo al exterior en forma de dólares para escapar del robo legalizado que implementan los políticos populistas. Es obvio que en ese caso el tipo de cambio va a subir reflejando la debilidad del dólar. Cuando el estado dice que los dólares son del estado porque los necesita, lo que hace es confiscar parte del fruto del trabajo del sector privado. Tomemos un ejemplo sencillo: un productor de soja cobra, por cada dólar exportado, $ 48,83, sin embargo el fruto de su trabajo indica que cada dólar que generó de riqueza cotiza en el mercado a $ 136. El estado le confisca el 64% de lo que generó de riqueza.
Pero aparecen los populistas y dicen: Argentina necesita los dólares para poder desarrollarse, con lo cual están reconociendo que el peso es una cuasimoneda que nadie quiere porque no sirve para nada. Pero al decir el país, están falseando el argumento apelando a un falso nacionalismo. No es el país el que necesita los dólares para comprar los insumos. Son las empresas las que tienen que comprar los insumos en el exterior para producir. El problema es que como el BCRA produce una mercadería moneda de mala calidad que nadie quiere, todos la venden a cambio de una moneda en la que confían, que es el dólar. Y lo que quiere el estado es que el dólar para importar sea artificialmente barato para esconder el mayor costo de producción derivado de la depreciación del peso.
Ahora bien, ¿por qué Argentina va a la quiebra? En primer lugar porque difícilmente los acreedores le acepten la propuesta de recorte de intereses y de capital. Pero lo que es más grave, no genera la riqueza necesaria como para que los ingresos fiscales permitan generar un superávit primario con los que se paguen los intereses de la deuda pública.
Esto de no poder pagar la deuda y entrar en default no es nuevo. De acuerdo a los cálculos que hizo Nicolás Cachanosky, Argentina estuvo en default el 40% del tiempo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué? Porque en primer lugar el estado gasta más de lo que recauda. La diferencia la cubre con endeudamiento. Pero no toma deuda para reestructurar el país, toma deuda para consumir vía populismo e incentivar a la gente a no producir. Es como si el jefe del hogar consume con la tarjeta de crédito, no trabaja y cuando del banco lo llaman para cobrar lo que debe, acusa al banco de buitre. Aunque también es bueno reconocer que los que administran fondos de inversión, compran con la plata de sus inversores bonos de países que claramente no pueden pagar la deuda que están contrayendo. Esos administradores cobran su bonus a fin de año y luego se van a hacer otro trabajo. Digamos que en esto de la deuda hay irresponsabilidad de ambos lados, lo que no quiere decir que los gobiernos argentinos, uno atrás de otro, gaste más de los que le ingresa, se endeude y luego se haga el enojado diciendo que no paga. Si en los fondos de inversión hay irresponsables invirtiendo los ahorros de los inversores, eso no quiere decir que los gobernantes argentinos aprovechen esa irresponsabilidad para ser ellos también irresponsables y tomar deuda que no se podrá pagar. Por momentos esto de la deuda de Argentina deja en evidencia que es un juego de tahúres. En el medio está la gente que vota a tahúres para que se endeuden, en esta competencia populista en que se convirtió la democracia, por esa cultura de la dádiva que impera en Argentina.
Lo concreto es que el estado no solo no genera los ingresos para poder pagar la deuda ni los intereses, tampoco tiene activos para cancelar esos pasivos y, lo que es peor, no tiene un plan económico consistente que haga pensar que en el futuro podrá pagar el capital y los intereses de la deuda pública.
Si la economía argentina no crece, no hay posibilidad alguna de pagar los intereses de la deuda. Para crecer, no solo hace falta tener un plan económico consistente, también se requiere de ser consistentes con la calidad institucional a lo largo del tiempo. Para captar inversiones hace falta ser serios en lo institucional y la realidad es que la dirigencia política argentina no es, en líneas generales, seria, ni preparada. Los políticos argentinos son habilidosos para ganar elecciones, pero son incompetentes para hacer crecer el país. Su ambición por permanecer en el poder los lleva a hacer populismo. Y si no es por ambición de poder, es por incapacidad que hacen populismo. En todo caso, insisto, Argentina es como una empresa que no tiene problema financiero transitorio, sus administradores, la dirigencia política, la mandó a la quiebra. El estado argentino no solo tiene más pasivos que activos, sino que, encima, tiene un flujo horrible de ingresos versus egresos fruto del populismo.
El populismo destruyó las finanzas del país, pero sobre todo, destruyó las instituciones básicas para atraer inversiones y crecer. Ese populismo mandó a la quiebra a la Argentina y disparó la pobreza hasta niveles insospechados.
Mientras siga imperando esta filosofía populista, todo debate sobre cómo negociar el pago de la deuda, pasa a ser absolutamente irrelevante.
Fuente: Economía para Todos