En un contexto de incertidumbre económica global, el cultivo de trigo se destaca por presentar condiciones favorables para la siembra temprana. Además, los especialistas del INTA destacan las ventajas para el nuevo ciclo agrícola vinculadas con la buena reserva hídrica en los suelos, las estimaciones promisorias de rindes y precios en alza.
De acuerdo con Carlos Ghida Daza –investigador del INTA Marcos Juárez, Córdoba–, “el trigo muestra ser una opción positiva para encarar el nuevo ciclo agrícola” y confirmó la tendencia creciente de la superficie y la producción para el cultivo, a partir del análisis de las últimas 11 campañas del cereal en Córdoba.
“En un marco de alta incertidumbre económica global, la positiva situación actual y la proyectada a nivel del precio relativo del trigo respecto a los otros cultivos, justifica la opción de este cereal como alternativa agrícola combinado con soja de segunda”, recomendó Ghida Daza.
Por su parte, según el investigador, “la proyección de demanda de trigo a escala mundial se mantiene estable y con posible restricciones de la oferta por cuestiones de seguridad alimentaria en varios países productores; en el contexto de COVID-19 surge una cierta fortaleza esperada en el precio futuro”.
A su vez, el especialista detalló en un reciente informe que “hay una evolución creciente con una superficie sembrada que, durante el último ciclo, superó en un 53 % a la del promedio, mientras que la producción lo hizo en un 70 %”.
Para Ghida Daza, los altos valores de producción se debieron a mejoras de precios y a cambios de políticas sectoriales, como la eliminación de aranceles de exportación a partir de 2016. A su vez, en forma conjunta, se dio una mejora en la genética de las variedades que permitió una cierta tendencia creciente en el rinde.
“El rendimiento departamental tiene un 4 % más de variabilidad que la serie provincial, pero el rinde promedio de la década en Marcos Juárez es 41 % superior al de Córdoba lo que justifica la opción del uso del cereal como doble cultivo con soja de segunda en la zona”, indicó el técnico.
Por su parte, Pablo Bollatti –coordinador técnico de grupo napas del INTA Marcos Juárez–, se refirió a la situación actual de reservas hídricas para encarar la siembra del cultivo. “En la zona núcleo pampeana, la disponibilidad de agua es entre adecuada y regular para el inicio de la campaña, lo cual permitiría encarar positivamente las primeras etapas de desarrollo del cultivo”, señaló.
“Luego de las recientes precipitaciones registradas en la zona, de entre 60 y 110 milímetros, se vio una recarga del perfil del suelo, necesarias para poder plantear una siembra de trigo”, explicó.
De todos modos, el especialista en napas reconoció que “tenemos asegurada la mitad del agua necesaria para el cultivo hasta agosto y cumplir con todo el proceso de germinación, macollaje y encañazón” y recalcó la necesidad de contar con nuevas precipitaciones para septiembre y octubre, encargadas del rinde del cultivo.
“Hoy, no tenemos asegurado el porvenir hídrico ofrecido por las napas, ya que se ubican entre los 2,8 y 3 metros de profundidad”, subrayó el técnico quien, a su vez, dejó en claro la dependencia hídrica del cultivo en la primavera.
En este sentido, recomendó que los productores midan la profundidad de las
napas para saber si la demanda de agua del cultivo estará asegurada o no.
Ghida Daza explicó que “se observa una tendencia de incremento en las variables de producción y de consumo”.
Un cultivo en plena alza
Ghida Daza explicó que “se observa una tendencia de incremento en las variables de producción y deconsumo”. La primera se ubica entre extremos de la serie sube un 23 % mientras que la segunda crece en un 20 %.
“En los últimos 6 ciclos, se muestra que en 5 la producción supera al consumo anual con lo que se incrementan los stocks finales”, indicó el especialista del INTA al tiempo que aseguró que “esta situación se mantiene en el último ciclo 2019/20 en que sube nuevamente la oferta respecto al consumo con el consiguiente aumento en el stock”.
En cuanto a los precios, Ghida Daza confirmó una tendencia creciente y que, ante problemas de oferta, se producirían respuestas positivas en el precio internacional y, consecuentemente, también sobre el precio interno.
Con respecto al contexto actual de la pandemia por el COVID-19, el especialista reconoció que “se están empezando a producir situaciones de controles a las cantidades exportadas por parte de importantes productores en Rusia o Ucrania que pueden restringir la oferta y afectar positivamente el precio”.
A su vez, se refirió a los cambios en el consumo mundial por la cuarentena global que hace disminuir el consumo de alimentos proteicos, lo que afecta a los insumos de la producción ganadera, como soja y maíz. “En consecuencia, se da una mejora en el precio relativo del trigo respecto a los granos gruesos”, reconoció Ghida Daza y estimo un valor cercano a los 172 dólares por tonelada como el esperado en el período.
En cuanto a las estimaciones de ganancias a partir de la incorporación de cereales mediante rotaciones se disminuye la negatividad de los balances de nutrientes que se obtendrían con monocultivo de soja. Y aseguró que “se obtiene un ahorro del 55 % en el costo de financiación del doble cultivo”.