El periodista Luis Majul arrancó su programa Mirá lo que te digo, con un editorial sobre Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, y sus diferentes formas de ejercer la política en relación a la excarcelación de presos en el marco de la pandemia de coronavirus.
A continuación, la desgrabación de sus principales conceptos:
A veces cuesta entenderlo, pero el presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández y el presidente de la cámara de diputados, Sergio Massa, parecen las tres caras de una misma moneda.
El coronavirus, esta especie de amplificador de las hazañas y las miserias humanas, lo terminó de confirmar.
Hagamos un ejercicio. Pensemos juntos, una vez más. ¿Qué opinará Cristina sobre la liberación de presos en el medio de la pandemia? Ella no dice nada en público. Obvio. Como tampoco dice nada Máximo Kirchner, ni el ministro Wado de Pedro. ¿Pero querés saber en serio lo que piensan? Bueno: escuchá o leé las declaraciones de Raúl Eugenio Zaffaroni, o del camarista que dispuso la prisión domiciliaria de más de 700 detenidos, Víctor Violini.
Las afirmaciones de Zaffaroni y Violini las podés conseguir en cualquier lado. En el fondo parecen cortados por la misma tijera. Porque Cristina, Máximo, de Pedro, toda La Cámpora, piensan como ellos. Es decir: piensan que a los presos hay que tratarlos con cierta condescendencia. Que son igual de víctimas que las personas a las que ellos, los delincuentes, les venden droga, matan, abusan y roban. Que están en el mismo plano. Que no son muy diferentes que vos y yo. Que tuvieron mala suerte, por el lugar donde nacieron, o el modo en el que fueron criados.
Bueno, no te extrañes demasiado. Si para ellos, Amado Boudou, Julio De Vido y Milagro Sala son presos políticos, ¿por qué encontrarían a los narcos, los abusadores y los asesinos a mano armada responsables de delitos graves? Eso sí: ni Cristina, ni Máximo, ni Zaffaroni, ni Violini, van a aparecer alguna vez defendiendo abiertamente a los delincuentes. Te la van a dibujar. Le van a dar mil vueltas para no parecer unos irresponsables, sino amplios, comprensivos y democráticos.
Hoy, sin ir más lejos, entrevisté al intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, el mismo que hizo un par de pasos de comedia en Tiktok junto a su hijo Santino. ¿Sabés que me respondió cuando le pregunté, en su carácter del presidente del PJ Bonaerense, que opinaba sobre los presos y la pandemia? Me dijo: "Los presos también son sujeto de derecho".
Sujeto de derecho, según la definición más corta, son todas las personas. "Eso ya lo sé", le aclaré. Chocolate por la noticia. ¿Cómo no van a ser sujeto de derecho? Aunque estén privados de su libertad, merecen ser bien tratados, y en perfectas condiciones de salud. Tampoco habría que dejarlos hacinados, esperando que se contagien todos de coronavirus.
Pero, ¿quién había dicho que no son seres humanos? Nadie. Lo único que yo quería saber es si avalaba la solución de mandarlos a su casa para que no sean contagiados por el coronavirus. Quería saber si estaba de acuerdo con la decisión de enviar a su casa, por ejemplo, a un señor de 67 años, que va a terminar en su domicilio, en Burzaco, muy cerca del lugar donde sigue viviendo la niña a la que violó. ¿La verdad? No me quedó muy claro.
Lo que sí me quedó claro es que apoyaba en todo las políticas del gobierno nacional y del gobierno de la provincia. Y de verdad, si el asunto no fuera tan dramático, parecería hasta divertido. Porque para Cristina, Máximo y los otros; los demás, los que defendemos a las víctimas, los que nos ponemos del lado de Matías Bagnato, Carolina Píparo, Diana Cohen Agrest, la mamá de Ángeles Rawson, Jimena Adúriz, somos los reaccionarios de la derecha. Y ellos son los progres, buenos y empáticos, y se sienten cómodos cuando los llaman progresistas y de izquierda.
Pero volvamos al punto. Cristina, Máximo, Violini, Zaffaroni, la comisión de
la memoria sería una de las tres caras de la misma moneda: la cara izquierda,
pongámosle. ¿Te parece bien? Así nadie se ofende.
¿Y quién sería la cara derecha de la moneda? A la una, a las tres. Acertaste:
Sergio Tomás Massa. El presidente de la cámara de diputados. El dirigente más
relevante después de Alberto y de Cristina, en el ancho y vasto mundo de la
franquicia del peronismo que tanta satisfacciones le ha dado a generaciones de
dirigentes políticos en la Argentina contemporánea. Massa no solo recibió ayer a
la comisión de víctimas que están denunciando a los jueces y funcionarios
nacionales y de la provincia de buenos aires que abogan por la suelta
generalizada. Además les garantizó que iba a hacer lo imposible para hacer
cumplir una ley, que dicho sea de paso, rige en todo el territorio nacional. Es
para que los familiares de las víctimas sean notificadas ante cualquier cambio
en la situación procesal de los delincuentes que les arruinaron la vida.
Pero Massa no se detuvo ahí. Como si eso fuera poco, mandó una advertencia a los jueces que están firmando las domiciliarias exprés: les dijo que podían ser pasibles de juicio político.
Aunque, un momento. O como decían los superhéroes de nuestra infancia. ¡Recórcholis! ¿Acaso Cristina, Máximo, Kicillof, para volver a citar a ese grupo de dirigentes, junto con Massa, no forman parte del mismo gobierno que asumió el pasado 10 de diciembre? En efecto. Son parte del Frente de Todos. Son parte de un todo. ¿Y pueden pensar tan distinto? ¿Pueden formar parte de un mismo gobierno, en asuntos tan cruciales como este? Parece que sí.
Parece que eso, que para vos y para mí sería hipócrita, o incoherente, en realidad no es un problema sino una virtud. No es un pasivo, sino un activo. Es, todavía más: una parte potente del rico e inabarcable ADN del peronismo. Todos juntos, no importa que pensemos distinto. La última cara de la moneda, es Alberto Fernández.