1. Como venía la demanda mundial de alimentos
Las proyecciones de importaciones de alimentos del USDA, anteriores al recrudecimiento del coronavirus, seguían muy optimistas, estimando un crecimiento anual de 2,44% y un aumento acumulado en la década de 27,3%. El optimismo de las proyecciones del USDA para la carne porcina – cuyo crecimiento salta de 2,12% a 3,95% anual- es por el impacto diferido de la peste porcina en China, y es probable que lo mismo ocurre con la aceleración de las de carne aviar, importaciones, 2,83% a 3,05% anual.
2. ¿Cómo seguirá la demanda de alimentos?
Es más difícil que nunca proyectar variables económicas en el actual contexto. No sólo por la pandemia de COVID19, sino también porque la economía global ya venía complicada por el conflicto comercial entre China y EEUU, emparchado, pero no resuelto; excesos de endeudamiento público y privado, ya cercanos a los 250 billones de dólares o casi tres veces el PIB global; el conflicto entre países petroleros (en especial, el de Arabia Saudita versus Rusia), con impacto negativo muy fuerte en los precios del petróleo que, como es sabido, tienen cierta correlación con otras commodities y, en fin, valuaciones excesivas en los mercados accionarios, ahora derrumbados.
Pese a las masivas y bienvenidas multibillonarias inyecciones de dinero y de fondos fiscales, el PIB caerá al menos por un par de trimestres, tanto en los EEUU como en Europa. También en América Latina, que ya venía en fuerte desaceleración y cuyas herramientas de política económica son más débiles. Luego de Venezuela, la Argentina será probablemente el país con mayores dificultades en la región. África está algo mejor, pero todavía es una incógnita, mientras algunos países de Asia –entre ellos China e India- quizás logren mostrar números positivos, pero claramente menores que los del 2019.
Estamos viviendo un fenómeno sin precedentes, dado que, al shock negativo de oferta por las limitaciones terapéuticas a la producción, se añade un fenómeno análogo de la demanda, por similares limitaciones y por el pesimismo de los consumidores –por ahora sólo a corto plazo- respecto de sus ingresos futuros.
Hay que recordar que, para todos los productos básicos, es decisiva la participación de los países emergentes (PE) en las importaciones mundiales. Ellos aportan dos tercios de las mismas y 90% de su aumento proyectado. Dada la importancia crítica de las exportaciones de alimentos básicos para la economía de la Argentina, el desempeño económico de nuestro país está así fuertemente atado al desempeño de los países emergentes. Es probable, pero no seguro, que ellos, sobre todo los de Asia, sean menos afectados que los desarrollados en esta crisis, tal como ocurrió en la Gran Recesión de 2008. A ello se agregan dos factores. Uno es que la demanda de alimentos cae menos que los ingresos. Otro es que la producción agroalimentaria no está hoy tan limitada como la de otros sectores. Son tres hechos potencialmente positivos, que se realizarán sólo si nuestro país encuentra mejores caminos para el desarrollo pleno de sus agroindustrias. Y para ello se requiere también una activa participación del sector agroindustrial, con propuestas concretas de qué hacer.
Por Juan J. Llach
Fuente: Fundación Producir Conservando -
https://www.producirconservando.org.ar/