Algunas recomendaciones alimentarias para mantener su correcto funcionamiento
mencionan un adecuado aporte de nutrientes, especialmente de vitaminas A, C y D,
evitar un déficit proteico y de micronutrientes, incluir prebióticos en la dieta
diaria, evitar dietas restrictivas, entre otros aspectos.
En tal sentido, debido a su especial matriz alimentaria, el contenido y
equilibrio entre sus nutrientes, su gran versatilidad y variedad, los lácteos
son aliados importantes para mantener fuerte nuestro sistema inmunológico y
ayudar a combatir diferentes enfermedades que pueden manifestarse frente a un
sistema de defensas debilitado.
Los lácteos son fuentes de calcio, proteínas de alto valor biológico,
lactoalbúminas, péptidos biológicamente activos obtenidos en la digestión,
vitaminas A, B, D, nutrientes que están relacionados directamente con el
funcionamiento de nuestro sistema inmune.
Los productos lácteos y en especial los fermentados (leches fermentadas y
yogures), son alimentos funcionales, y han sido utilizados además como materia
prima y vehículos de sustancias funcionales como bacterias probióticas, fibras
con características prebióticas, aminoácidos, grasas esenciales y minerales. El
consumo regular de yogures probióticos y prebióticos ha demostrado a lo largo de
la historia su estrecha relación con el mejoramiento de la función intestinal y
acción protectora contra los agentes patógenos que producen diversas
infecciones. (Meyer et al. 2011; Allgeyer et al. 2010).
El modo de acción de estos microorganismos presentes en los lácteos
probióticos, incluye, la producción de compuestos con capacidad antimicrobiana,
competitividad por nutrientes y adhesión a receptores intestinales y la
estimulación del sistema inmune. Diversos estudios han demostrado que las
bacterias ácido lácticas, como por ejemplo Lactobacillus GG, producen los
mejores efectos probióticos previniendo y disminuyendo por ejemplo la diarrea
causada por rotavirus. De hecho, diversas investigaciones han encontrado que los
microorganismos no actúan de forma aislada, sino que la combinación de ciertos
microorganismos probióticos también proporciona efecto protector contra
enfermedades intestinales. (Sepúlveda, D, Garcia-Amezquita, L. 2014).
La evidencia demuestra además que la calidad de la dieta influye fuertemente
en la denominada microbiota intestinal y por ende en su acción sobre el sistema
inmune, (Sonnenburg JL, Backhed F, 2016). Entre los factores positivos que se
mencionan, se han estudiado y destacado la acción destacada de los lácteos
fermentados y los probióticos por su efecto positivo sobre la microbiota (Sonnenburg
JL, Backhed F, 2016; Turnbaugh PJ et al, 2006).
Es así que la alimentación completa y balanceada es fundamental para mantener sano y robusto el sistema inmune natural del organismo, donde los lácteos son aliados para este funcionamiento ya que estimulan las defensas y ayudan a formar una barrera natural de defensas contra los agentes nocivos.
Fuente: FEPALE