La llegada de marzo constituye un momento clave para la cosecha gruesa: es cuando se intensifica la recolección del maíz y cuando comienzan a levantarse los primeros lotes de soja. Y también es clave para comenzar a pensar la campaña siguiente, ya que hay que planificar la estrategia de barbechos para anticiparse en la cada vez más disputada batalla contra las malezas.
En lo que respecta a los tratamientos químicos, la aplicación de herbicidas residuales es una de las armas principales para que estas especies invasoras no ocupen tanto territorio. Finesse, un inhibidor de ALS que combina dos principios activos de la familia química de las sulfonilureas (clorsulfurón y metsulfurón metil), es la herramienta que recomienda FMC para evitar daños productivos que se traducen después en un perjuicio económico. “Es un herbicida que puede utilizarse tanto en la presiembra de trigo como en un barbecho largo para soja, con altísima efectividad y muy contundente para el control de malezas tanto en pre como postemergencia”, explica Juan Caporicci, gerente de Herbicidas de FMC Argentina.
El momento ideal de utilización es apenas terminada la cosecha de soja y suele combinarse con otros herbicidas, como glifosato o 2,4-D, para “quemar” malezas en el caso de que ya haya algunas presentes en los lotes. “Al ser de acción residual, la idea es que llegue bien al suelo. Si hay malezas presentes, es importante tener en cuenta que puede afectar la eficacia y residualidad del tratamiento, por no llegar la dosis recomendada al suelo”, afirma el Ing. Agr. Caporicci.
En relación al espectro de control, anticipa que “funciona de manera contundente en casi todas las especies que aparecen en invierno; fundamentalmente, las de hoja ancha, como rama negra. En el caso de las gramíneas, como Lolium (raigrás), estamos desarrollando un nuevo producto que pronto se lanzará al mercado, con un nuevo modo de acción.” Como recomendación adicional, también recuerda que el control de malezas no es algo coyuntural, sino a largo plazo y requiere de contar con muchas armas. En este caso, ir rotando los modos de acción.
El costo de no tratar
Por otro lado, Caporicci hace hincapié también en el error que suele cometerse de no analizar de manera detallada la relación costo-beneficio que tiene el uso de herbicidas residuales a la hora de plantear la estrategia agronómica. “A menudo solo se evalúa el valor que tiene aplicar cierta cantidad de litros por hectárea, pero no se cuantifica la pérdida que uno puede ahorrarse en el consumo de agua y nutrientes que hace la maleza y se lo quita al cultivo, afectando su rendimiento.”
Para el especialista, se trata de una evaluación que toma aún más relevancia en un contexto económico y climático difícil como el actual, con aumento de los derechos de exportación, en el que muchos productores pueden pensar en reducir el uso de insumos y de tecnología. Pero en el que, a la vez, se impone la necesidad de ser aún más eficientes. “Que la incertidumbre no nos tape el bosque de que las malezas, esté como esté la economía, van a aparecer y hay que combatirlas. Hay que tener cuidado: no hacer nada es siempre mucho peor.”