“Lamentablemente, el coronavirus hará que la negociación se extienda. Será muy difícil que las negociaciones avancen en este contexto. Por lo menos, hasta que este sismo financiero por el que estamos atravesando se detenga”, estimó ante El Economista Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, que afirma que dicha dilación no le conviene al país.
De acuerdo con el especialista, las negociaciones se extenderían, pero los vencimientos siguen en el mismo lugar de siempre. Además, se acercan los vencimientos en pesos, que serán más difícil de rollear. “Que no haya novedades en este contexto es malo porque Argentina necesita que la negociación de la deuda se cierre lo más rápido posible y esto lo que va a generar es precisamente lo contrario”, agregó.
Para Rajnerman, por ahora no está muy claro si el Gobierno debería volver a postergar la presentación de su oferta. “Depende mucho de cómo abran los mercados esta semana, porque han estado muy volátiles. Y momento así nunca son buenos para pensar a largo plazo porque se pierde el horizonte de proyección, y para la deuda argentina hay que hacer una reestructuración de mediano plazo”, argumentó.
“El contexto internacional no es bueno para lanzar la oferta, pero tampoco tiene demasiado sentido esperar mientras los intereses siguen corriendo. Creo que esto hay que tratar de resolverlo rápido. El coronavirus va a afectar al comercio global justo cuando Argentina necesita exportar y acumular reservas, lo que le quita grados de libertad al Gobierno y tendría que ser un incentivo adicional para resolver el tema de la deuda cuanto antes”, indicó a este medio Adrián Yarde Buller, economista jefe del Grupo SBS.
Respecto a la oferta, Yarde Buller señaló que desde hace muchos los precios reflejan que el mercado descuenta que la reestructuración será “dura”. “Nosotros seguimos esperando alguna oferta que deje a los precios en la zona de US$ 55, pero creemos que sería un error aprovechar este contexto para tratar de imponer una oferta más agresiva, ya que podría llevar a un escenario disruptivo”, advirtió.
Por su parte, Federico Furiase, director del Estudio EcoGo, estima que el Gobierno aspira a negociar con los acreedores privados con una fuerte quita a valor actual, dada la mayor caída en los precios de los bonos por la aversión global al riesgo que se observa por estos días, en un contexto de “exit yield” esperada más alta frente al deterioro del escenario y la expectativa de un mayor déficit fiscal financiado con emisión monetaria para contener impacto sobre economía real.
“Creo que se complicará bastante el alcance de un acuerdo con los bonistas. Y si ese es el escenario que tiene el Gobierno en la cabeza, es decir, si prefiere afrontar el costo del default antes que un acuerdo amigable con los acreedores, debería no arriesgar nada desde el lado de seguir perdiendo reservas pagando vencimientos de deuda para no ir a un escenario de espiralización de la inflación por el agotamiento de las reservas y la inestabilidad cambiaria”, afirmó Furiase ante El Economista.
“El Gobierno debería apuntar a cerrar un deal con los acreedores con una propuesta amigable cuanto antes para no seguir perdiendo reservas y no entrar en un escenario de hard default”, agregó el especialista, que remarcó que, mientras tanto, la clave será dirigir eficientemente el financiamiento monetario del Banco Central al Tesoro Nacional para financiar el capital de trabajo en los sectores más afectados y así contener el impacto sobre el empleo y evitar problemas en la cadena de pagos, con el menor costo posible en inflación y brecha.
Furiase subrayó que sería un gran error arriesgar un default. En ese sentido, indicó que una negociación exitosa al descomprimir el riesgo país y la presión sobre la brecha le daría más espacio al Gobierno para hacer algo de política fiscal contracíclica, pero para eso será necesario que la propuesta de quita a valor actual sea razonable para los bonistas.
“El peor de los mundos en este escenario caminando sobre la cornisa sería que el Gobierno estire los tiempos perdiendo reservas en el medio por unos meses y que se llegue a un default sin reservas, lo que complicaría seriamente por el lado de una espiralización de la inflación”, advirtió Furiase.
En tanto, desde Fernando Marull & Asociados (FM&A) señalaron que si bien los bonos cayeron a niveles muy bajos (US$ 35), incluso inferiores a los de una oferta agresiva, el shock externo encareció dos puntos más la tasa de interés a los bonos emergentes, por lo que consideraron que si el Gobierno quisiera mantener sobre la reestructuración el mismo atractivo que tenía antes de este escenario, debería entonces disminuir la agresividad de su oferta.
“Además, recordemos que el Tesoro Nacional tiene cash hasta abril (salvo que el Banco Central le preste más), por lo que si el Gobierno no muestra mejores señales, la negociación será larga y las chances de default serán mayores”, resaltó FM&A en un reciente informe.
Por su parte, Delphos Investment considera que el Gobierno debería optar entre congelar todo el proceso de renegociación a la espera de mejores condiciones globales o acelerar los tiempos haciendo una propuesta lo suficientemente buena que implique una rápida aceptación por parte de los acreedores. “El ‘trade off’ entre estas opciones implica además decidir si mantener la deuda ‘performing’ más allá del 31 de marzo, lo cual implicaría recursos adicionales de las reservas internacionales para no caer en situación de default”, añadió.
“Desde el punto de vista de inversión, los bonos argentinos empezaron a moverse en una zona atractiva de precios, que en otro contexto podría haber sido pensada como oportunidad de compra. Uno de los problemas que se presenta hoy, y considerando que el capital es limitado, es que han surgido competencias mucho más atractivas luego del desplome global de los últimos días. Carteras de alto riesgo podrían empezar a considerar en esta zona de paridades la deuda argentina, sabiendo que la propuesta inicial del Gobierno podría no ser muy favorable”, afirmó Delphos.
Fuente: El Economista