La estructura del mercado de soja, principalmente el relacionado con el procesamiento del poroto para obtener y exportar aceite y harina de soja, está en una etapa de fuertes cambios, ante la situación de estrés financiero que está sufriendo la empresa Vicentín, que se suma a la situación sufrida por el Grupo Navilli, hoy en manos de los bancos, y de lo ocurrido con BLD y con un par más de los llamados "corre acopios".
Estamos frente a una de las mayores crisis sufridas por empresas del sector, que por distintos motivos no han podido superar los sucesivos cambios registrados en las reglas de juego y en algunas de las variables clave del negocio, como el financiamiento o las tasas de interés, que el actual Gobierno está procurando bajar desde los niveles insostenibles a los que llegaron durante los últimos años.
Algunas cuestiones han sido consecuencia de ese cambio en las reglas de
juego, como la baja en el plazo de liquidación de las divisas o la dolarización
de los depósitos en pesos, que restaron poder de oferta de los bancos a los
créditos en dólares a las empresas exportadoras. Además, la suspensión en la
refinanciación de los créditos de exportación, tanto de la banca privada
nacional como de la internacional, ha sido otro de los factores que les quitaron
aire financiero a empresas con alta dependencia del mismo.
Para analizar el potencial impacto que podrá tener en el mercado la retirada de Vicentín, al menos hasta que la realidad diga lo contrario, es preciso evaluar cuál ha sido la participación de dicha empresa en las exportaciones totales.
De acuerdo con el ránking de exportadores publicado en el sitio web del Ministerio de Agricultura de la Nación, en 2018 Vicentín fue el primer exportar de aceite de soja de la Argentina, con un volumen de 929.000 toneladas, seguido por Cargill, con 603.000 toneladas; AGD, con 547.000 toneladas, y por Oleaginosas Moreno, con 525.000 toneladas. En términos de equivalencia, las 929.000 toneladas exportadas de aceite por parte de Vicentín representaron un volumen de procesamiento de poroto de soja de 5,2 millones de toneladas.
De la misma forma, Vicentín fue el primer exportador de harina de soja, por
un total de 4,4 millones de toneladas, seguido por AGD, con 3,9 millones, por
Oleaginosas Moreno, con 2,8 millones, y por Cargill, con 2,7 millones.
La conclusión principal es que la empresa Vicentín es uno de los principales jugadores de la agroindustria argentina, con un fuerte impacto económico regional, particularmente sobre la provincia de Santa Fe.
La primera consecuencia, en el caso de que Vicentín no pueda retomar su actividad de aquí al inicio de la cosecha gruesa, es que habrá un redireccionamiento de la oferta al resto de las empresas procesadoras de soja.
Mientras esto sucede vemos que la actitud del productor es no vender soja anticipada, sí, en cambio, hay un fuerte volumen de ventas de trigo y de maíz, por una cuestión de tener en la actualidad mejores precios relativos en comparación con la oleaginosa.
Todo lo que está sucediendo en el sector tendrá impacto directo en la nueva forma de comercialización, no solo de soja, sino también de trigo y del maíz. Se corre el riesgo de que se registre un masivo volumen de ventas de soja disponible cuando comience la cosecha y el productor necesite de liquidez para afrontar sus compromisos. El mercado está muy calmo y, por ello, nos preguntamos si no estaremos ante la calma que precede a la tormenta. Difícil respuesta.