Los inconvenientes climáticos afectaron la producción de soja en EE. UU.
Ello hace de verdadero sostén en los precios de Chicago.
Pero hay un depresor en la formación de sus valores: la guerra proteccionista de éste con China.
Es obvio que a Sudamérica no lo afecta la política de aranceles extremos de China. Algo bueno... ¿No?
La calidad de nuestros granos, sobre todo el nivel de proteína de la producción de esta campaña, será vital para captar los mejores precios.
Puede ser una buena oportunidad, si logramos apreciar la parte llena del vaso.
Miremos el problema productivo de EE.UU.
Además de las demoras en la implantación y desarrollo del cultivo, ahora golpea el retraso en la cosecha. Según lo informado por el USDA, al día 27 de este mes, los farmers llevaban cosechado el 62% del área. Esto es muy por detrás del avance promedio para la fecha que se ubica en el 78%.
Obviamente, esto nos beneficia.
También debería ayudarnos el conflicto entre ambos países.
Los dos máximos dirigentes de estos países, un día parecería que están a punto de arreglar todo y al siguiente intensifican la retórica o responden con mayores aranceles. El cuadro es como un matrimonio desavenido.
Está claro que Donald Trump intenta, como puede, demorar el acelerado desarrollo chino que podría superar en una década a EE.UU.
Esta guerra comercial debería, en principio, favorecer la posición de Sudamérica especialmente de Brasil y la Argentina. ¿La razón? Es simple: el poroto que China no compre en EE.UU. deberá encontrarlo en nuestra región. No hay otro lugar.
China requiere cerca de 100 millones de toneladas al año. Y para ello debe buscar alternativas. Brasil, en primer lugar, y Argentina, en segundo lugar, están en la fila de abastecimiento.
Habrá que aprovechar a favor nuestro lo que parece negativo a primera vista. Nuestro país no está en Chicago.