Luciano Cazabat, un amigo de la casa que siempre está atento a los temas que nos ocupan, nos acercó una jugosa entrevista que Unnoba Radio – La FM de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires – le hizo al Dr. en ingeniería ambiental Raul Crespi, docente de la Universidad Nacional de Rio Cuarto y co-autor del libro recientemente publicado: “Energías renovables con énfasis en bioenergía”.
El trabajo de Crespi y su colega pone números al aprovechamiento de la biomasa como fuente de energía, uno de de las actividades que venimos impulsando desde este portal. El autor hizo hincapié en que la urgencia que plantea el cambio climático debe acelerar la transición hacía las energías renovables. Entre todas las fuentes posibles, para el especialista, debe ser la biomasa quien lidere este camino. Cuenta que el trabajo consistió en estudiar el potencial de los rastrojos de los 11 cultivos que se han sembrado en la provincia de Córdoba en los últimos 53 años. Seleccionaron los 6 de mayor interés y luego de valorar su aptitud para la generación de energía, llegaron a la conclusión que el maíz y el sorgo tienen el mayor potencial.
Crespi destacó que extrayendo entre el 40% y el 66% de la biomasa agrícola residual (el rastrojo) no se altera el ciclo de carbono ni se afecta el capital suelo, representando una nueva fuente de ingreso para el productor. Puso como ejemplo que en Rio Cuarto, con los rastrojos de 53.000 hectáreas, apenas el 23% de lo sembrado, es posible abastecer la demanda de energía eléctrica de toda la ciudad, generando además 600 puestos de trabajo. En este sentido agregó que la biomasa genera 10 veces más empleo que otras energías renovables como la eólica o la solar.
Las principales virtudes que tiene la energía de la biomasa quedaron expuestas en el apagón general que afectó a casi todo el país el pasado 16 junio. La localidad cordobesa de Ticino pudo aislarse de la red general y proveerse de energía desde la central local que se alimenta con cáscara de maní. La descentralización de la energía, es decir centrales más pequeñas cerca de los centros de consumo, no solo ahorran importantes costos de capital y mantenimiento de la infraestructura para la transmisión de energía, sino que además, dan más consistencia al sistema ante eventualidades. La gran ventaja que tienen las usinas a biomasa, respecto a las centrales solares o eólicas, es su gestionabilidad. Es decir, podemos disponer de ella siempre que tengamos biomasa y no cuando la naturaleza dispone de sol o viento. Y sabemos que generalmente donde hay consumo de energía disponemos también de alguna fuente de biomasa.
El potencial de los rastrojos como fuente de energía se conoce muy bien en otros países. Hace dos semanas contamos en este mismo espacio que Estados Unidos tiene el potencial para reemplazar el 20% del consumo de combustible fósil en el transporte por gas natural renovable generado a partir de los rastrojos. En ese mismo país, hace unos 7 años aproximadamente, fue el boom del etanol celulósico, donde varias compañías, como DuPont, Syngenta a través de Cellereta y POET construyeron biorrefinerías para obtener el biocombustible a partir de los rastrojos de maíz. Sin embargo, al día de hoy ninguno de estos proyectos ha logrado los resultados esperados y muchas de estas usinas se encuentran cerradas en forma permanente. El fracaso se explica en las dificultades logísticas para la recolección y transporte de la biomasa.
Por ello, en las distintas rondas del RenovAr que recibieron adjudicaciones, la mayoría de los proyectos de bioenergías utilizan la biomasa residual del procesamiento de granos o residuos pecuarios. Apenas algunos, como el que se está construyendo en la ciudad de Pergamino, han optado por los rastrojos, pero en combinación con residuos de establecimientos ganaderos.
El valor que adquieren los rastrojos para su aprovechamiento energético justifica un replanteo de la logística agrícola. El transporte viene haciendo su trabajo. La firma Helvética organiza mensualmente “Mesas de Trabajo” donde convoca a diferentes actores del sector público y privado para compartir experiencias y buscar nuevas soluciones al transporte de biomasa, como los acoplados de piso móvil, de uso creciente en el transporte de maíz picado y chips de madera, que podrían aplicarse también al transporte de los rastrojos.
Pero la recolección sigue planteando los principales desafíos. La alternativa más sencilla es la confección de fardos, pero está el problema de su contaminación con tierra, lo que disminuye el rendimiento de los biodigestores o las calderas, a lo que debe agregarse el costo de la confección. Varias alternativas han sido presentadas, como los dispositivos que se acoplan en la cola de las cosechadoras y que envían los rastrojos a un acoplado. Sin embargo, en cosecha de maíz, estos sistemas demoran mucho el proceso y exigen al límite a la cosechadora, diseñada con el objetivo de quedarse solo con el grano.
La industria de la maquinaria agrícola argentina se destaca por su capacidad de encontrar soluciones innovadoras. Por eso me animo a anticipar que más temprano que tarde tendremos novedades. Estaremos atentos.
Fuente: Bioeconomia