En una investigación realizada en Alberta, Canadá, se evaluó el efecto de retrasar la castración sobre la ganancia diaria de peso (GDP) y la respuesta al dolor de los terneros. Se compararon dos edades de castración. La castración temprana, referida a los terneros castrados al pie de la madre, a los 34 días de vida y la castración tardía, realizada a los 8 meses de edad, al comienzo de la recría, mediante una banda de goma aplicada sobre la base del escroto.

Los terneros castrados al píe de la madre (n = 43; grupo control) y los castrados posteriormente, al comienzo de la recría (n = 46) - con un peso promedio de 277 kg - se transportaron a una estación experimental para comenzar el programa de recría a corral, con dos entregas diarias de una ración totalmente mezclada (TMR; por sus siglas en inglés).

En promedio, los terneros castrados al pie de la madre ganaron diariamente 37 % (0,25 kg/día) más que los terneros castrados más tarde, una vez comenzada la recría, durante los primeros 42 días de alimentación a corral (Figura 1). En total, los terneros castrados en los primeros días de vida ganaron 10,5 kg más que la contraparte castrada al comienzo de la recría. Para destacar, la magnitud de la disminución de la GDP registrada en el lote de terneros castrados a los 8 meses de edad, resultó similar a la merma de GDP estimada mediante la ecuación de regresión publicada en el primer meta-análisis que evaluó el efecto de la edad y método de castración sobre la respuesta productiva y el estrés de los terneros (Bretschneider, G., 2005, Livest. Prod. Sci 97: 89 -100;

El sufrimiento de los terneros se cuantifico a través de las manifestaciones de dolor reflejadas sobre una serie de comportamientos, desde el día 0 - correspondiente al día de castración - al día 28 post-castración.

Por un lado, se analizó la longitud del paso del tren posterior. En comparación al paso de los terneros castrados a temprana edad, el paso de los terneros castrados a los 8 meses de edad fue significativamente más corto (Figura 2). Por otro lado, se cuantifico el porcentaje de tiempo que los terneros estuvieron echados y la frecuencia de visitas al comedero por cada entrega de TMR (Figura 3).

En relación al comportamiento de los terneros castrados a temprana edad, los terneros castrados al comienzo de la recría permanecieron echados durante menos tiempo (31,36 % vs. 24,2 %) y realizaron menos visitas al comedero (12,42 vs. 11,30). No obstante, aunque los terneros castrados al comienzo de la recría tuvieron manifestaciones de dolor, el momento de castración no influyó sobre el consumo total de materia seca (2,5 % peso vivo). De esta manera, la menor respuesta productiva de los terneros podría estar explicada por una derivación de nutrientes/energía, normalmente canalizados al crecimiento del ternero, a procesos asociados a la reparación de tejidos y/o a la respuesta inmune propias de un proceso inflamatorio.

A igual consumo de TMR, el deterioro de la eficiencia de conversión (kg GDP/kg materia seca consumida) es función de la menor GDP debida a la castración al inicio de la recría.

A pesar de que la castración es una práctica rutinaria, el impacto de la misma sobre el bienestar animal no ha sido mayormente considerado. Debido al deterioro sanitario/productivo que induce en los terneros, la castración debería ser reconsiderada en los sistemas ganaderos y analizada por sus efectos secundarios sobre el ternero, que impactan directamente sobre la rentabilidad del sistema.

Por Gustavo Bretschneider, Vet., MSc., PhD.
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Agencia de Extensión Rural de Necochea-EEA Balcarce (CERBAS) Argentina