En la Argentina los cambios en el uso de la tierra que permitieron la expansión de la superficie sembrada, provocaron un desplazamiento e intensificación de carga ganadera hacia campos de menor calidad agrícola y la aparición de sistemas de producción mixtos, entre los que se destaca la producción combinada de bovinos y búfalos.
Los primeros búfalos de agua (Bubalus bubalis) llegaron al país a principios del siglo XX, procedentes de Rumania y con destino a la provincia de Entre Ríos, donde se intentó cruzarlos con bovinos para la producción de leche. Al fracasar esta experiencia, debido a que los búfalos y los bovinos tienen distinto número de cromosomas, los búfalos prácticamente desaparecieron, a excepción de algunos que fueron librados a la caza mayor.
Recién a comienzos de la década de 1980, se reanudaron las importaciones de animales principalmente desde Italia, Brasil y Paraguay hacia la Argentina. Actualmente, la producción de búfalos de agua resulta una alternativa económica importante con alrededor de 132.000 cabezas según se desprende de los registros del SENASA a fines de 2018.
Por sus condiciones agroecológicas y productivas, la Mesopotamia argentina tiene un gran potencial para la cría de búfalos, un animal de triple propósito (carne, leche y trabajo), que representa una oportunidad para diversificar pequeñas y medianas explotaciones agropecuarias, sobre todo en ambientes marginales.
Aunados por el interés en la sanidad animal, especialistas del INTA y del CONICET pusieron el foco en las producciones mixtas de bovinos y búfalos y comenzaron a explorar los agentes virales que circulan entre individuos de distintas especies que conviven en un mismo ambiente. Analizaron tanto los agentes virales que son propios de la especie, como aquellos que logran superar la barrera interespecie.
Debido al alto nivel de prevalencia serológica y a las pérdidas económicas que ocasiona en los rodeos de carne y leche, los trabajos de investigación se dedicaron a conocer la circulación e impacto productivo de diferentes tipos de herpesvirus. Entre los hallazgos de mayor relevancia, los estudios permitieron reportar el primer aislamiento de herpesvirus bubalino 1 (BuHV1) en la Argentina y a escala sudamericana y demostrar la susceptibilidad de bovinos a la infección causada por BuHV1.
Alejandra Romera, investigadora del Instituto de Virología del INTA y del CONICET –desde 2018 articulados bajo la Unidad Ejecutora de Doble Dependencia denominada Instituto de Virología e Innovaciones Tecnológicas (IVIT)– destacó la importancia estratégica de estos estudios y explicó: “Los animales que cohabitan en un mismo ambiente pueden transmitirse enfermedades hasta transformarse en reservorios de virus endémicos, con el consecuente cambio en la epidemiología de las distintas enfermedades dentro de la población de origen y un profundo impacto en las poblaciones con las que cohabitan”.
El aislamiento de BuHV1 fue reportado en 2014 por Silvina Maidana –también investigadora del IVIT–, quien, dos años más tarde, avanzó en la caracterización del desarrollo de la infección provocada por este virus en el hospedador natural mediante reproducción experimental.
Además de la descripción de la patogenia –un aporte de conocimiento constituido en el marco de su tesis doctoral dirigida por Romera–, se realizaron ensayos que probaron la susceptibilidad de bovinos a la infección por BuHV1, ya sea por transmisión desde búfalos infectados como por infección experimental.
Demostrada la susceptibilidad de bovinos a herpesvirus bubalino, las investigadoras actualmente estudian la susceptibilidad de los búfalos a los herpesvirus bovinos (BoHV1 y BoHV5). “De esta manera, se aporta en el estudio del rol del búfalo en la patogenia de herpesvirus bovinos y permite la evaluación de impacto a campo, especialmente en sistemas de producción mixta búfalo-bovino”, valoró Maidana.
En esta línea, Romera advirtió que, de probarse la susceptibilidad de los búfalos de agua a los patógenos que afectan al rodeo bovino y su rol como reservorio o huésped, “aumenta la necesidad de realizar controles sanitarios del ganado bubalino, tanto para mejorar las condiciones de bienestar como los resultados productivos de la actividad ganadera”.
Respecto de las formulaciones que podrían utilizarse para inducir la inmunización de los animales, la investigadora precisó: “Si bien los búfalos de agua pertenecen a una especie diferente a los bovinos, debería ser estudiada la posibilidad de emplear las mismas vacunas utilizadas para bovino en búfalos en pos de desarrollar un calendario sanitario”.
Herpesvirus bovinos en territorio
Los herpesvirus bovinos de mayor impacto a nivel productivo son los alfaherpesvirus bovinos tipo 1 y 5 (BoHV1 y BoHV5). Recientemente se identificó otro tipo en el país, el gammaherpesvirus bovino tipo 4 (BoHV4), cuyo impacto económico como causante primario de enfermedad aún se desconoce, pero que podría asociarse a trastornos reproductivos.
El BoHV1 –que se reportó por primera vez en Alemania en el siglo XIX– se encuentra distribuido en todo el mundo, aunque muchos países –principalmente europeos– pudieron erradicarlo o se encuentran en proceso de lograrlo. Por su parte, el BoHV5 –cuya primera aparición se ubica en Australia en 1962– es altamente prevalente en América del Sur, sobre todo en la Argentina y Brasil, y se registraron algunos casos esporádicos en América del Norte.
En la Argentina, reportes indican la ocurrencia de una enfermedad respiratoria causada por herpesvirus bovino en Santa Fe en 1965 y mencionan haber observado un cuadro clínico similar en Las Flores –Buenos Aires– en 1959. En 1980, se logra el aislamiento de la cepa argentina L114 de BoHV1 y se demuestra su patogenicidad en el mismo año.
A escala mundial, los primeros casos registrados fueron de origen venéreo y se difundieron en la población bovina por vía genital, principalmente. Con el advenimiento de los feetlots (engorde en confinamiento), la transmisión por vía respiratoria se incrementó al punto de que, en la actualidad, se observan ambos tipos de cuadros clínicos y una circulación simultánea de los tres subtipos del virus, el BoHV1.1 (característico de cuadros respiratorios) y el BoHV1.2 a y b (característicos de cuadros genitales).
En territorio nacional, la presencia de cuadros clínicos asociados con estos virus disminuyó en los últimos años, particularmente en respuesta a la vacunación. “No obstante, los alfaherpesvirus continúan en circulación en nuestro país; muchas veces ocasionan infecciones subclínicas y otras, cuadros de inmunosupresión que predisponen a otros tipos de infecciones secundarias”, explicó Sandra Pérez, especialista del Centro de Investigación Veterinaria de Tandil (Universidad Nacional del Centro) e investigadora del CONICET.
La posible incubación de enfermedades secundarias dificulta la estimación de pérdidas económicas exclusivas por herpesvirus bovinos. Respecto a lo productivo, Pérez indicó: “Aunque las pérdidas por mortandad no son elevadas en los rodeos, excepto en los casos neurológicos causados por BoHV5, suelen observarse disminuciones en la ganancia de peso y en la producción de leche”.
En la Argentina, las últimas estimaciones (2001) determinan que la prevalencia serológica de BoHV1 alcanzaría un 85 % en animales adultos, pese a que los datos varían de acuerdo con la región. No se conocen datos precisos sobre la prevalencia de BoHV5, debido a las dificultades que se presentan para diferenciarlo serológicamente de BoHV1.
En cuanto a BoHV4, no se han desarrollado métodos serológicos que permitan evaluar un número importante de muestras para determinar la prevalencia del virus y el impacto económico de esta infección viral. “Esto también se ve dificultado por la escasa respuesta humoral a la infección”, apuntó la investigadora.
En el noreste argentino, donde se concentran la población de búfalos criados en forma intensiva, la seroprevalencia del herpesvirus bubalino se estima en un 33 %.
Respecto de las pérdidas económicas causadas por alfaherpesvirus bovinos, Maia Marin –investigadora del CONICET con asiento en la Estación Experimental del INTA en Balcarce– aseguró que son elevadas y, pese a no existen datos precisos de los costos vinculados con estas infecciones, varían de acuerdo con el alcance de los cuadros clínicos.
“Las pérdidas económicas se deben fundamentalmente a la disminución en la producción de carne y/o leche; pueden agravarse cuando existe mortandad, enfermedad respiratoria, abortos y enfermedad genital, diversos cuadros clínicos producidos por BoHV1, así como cuando se registran cuadros neurológicos asociados con BoHV5”, puntualizó Marin. El BuHV1 también se relaciona con infecciones subclínicas, aunque se reportaron casos de abortos.
Herramientas de inmunización
De acuerdo con Marin, existen restricciones para el comercio internacional en aquellos países que no lograron erradicar la infección. En el caso de la rinotraqueítis infecciosa bovina y de la vulvovaginitis pustular infecciosa ocasionadas por BoHV1, su denuncia es obligatoria ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, según su sigla en inglés).
En este sentido, advirtió que animales asintomáticos –e incluso serológicamente negativos– pueden excretar el virus en semen. “Esto implica que la transmisión viral mediante semen congelado para su uso en inseminación artificial también constituye un riesgo potencial para el comercio internacional de semen”, aclaró Marin.
Para Romera, “una seria desventaja es la falta de un programa consensuado a escala internacional para el control de la infección, y esto difiere en la implementación de planes de control entre países”. Europa comenzó un riguroso plan de erradicación de BoHV1, una acción que abre la posibilidad de los países del viejo continente a incorporar requisitos y barreras pararancelarias para la importación de animales desde zonas infectadas.
En países con una alta prevalencia de BoHV1 como la Argentina, “la vacunación se plantea como una importante estrategia de control contra la excreción viral”, aseguró Romera.
Mediante un convenio con Biogénesis Bagó y un crédito del BID otorgado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, técnicos del Instituto de Virología del INTA obtuvieron la primera vacuna marcadora del país contra el BoHV1 deleteada en el gen gE (BoHV1ΔgEβgal), que permite separar los animales infectados y portadores del virus (infectados en forma latente) de los animales sanos en un rodeo.
Esta capacidad de diferenciación vuelve a la herramienta una tecnología fundamental para la ejecución de programas sanitarios. “Un programa de control y limpieza únicamente puede llevarse a cabo si la vacunación se realiza con vacunas marcadoras, porque, en caso contrario, los controles serológicos no aportan información acerca de la diseminación del virus ni de la recirculación, por lo que se limita la monitorización”, argumentó Romera.
En el proceso de eliminación de la proteína gE, el virus también quedó atenuado en su virulencia, una característica ventajosa para su posible uso como vacuna atenuada en otros países de Europa y en Estados Unidos. La legislación argentina prohíbe el uso de vacunas con virus atenuados en bovinos, debido al riesgo de que ese virus se recombine con otro.
“La vacuna fue probada de manera experimental en bovinos y resultó marcadora y con capacidad de protección de los animales”, describió Romera, quien destacó: “En establecimientos de alto valor agregado, la nueva herramienta servirá para que los productores puedan garantizar que sus animales son libres de herpesvirus”.
El desarrollo obtuvo la patente de invención por parte del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI), que pertenece al INTA. La empresa posee la licencia de comercialización.
Otra de las herramientas de inmunización que se destaca es la vacuna génica contra BoHV1 formulada con tecnología de última generación por el INTA. Este tipo de vacunas puede inducir respuestas inmunes similares a las inducidas por el virus, sin necesidad de producir una infección viral, y facilita la producción a gran escala con un alto grado de pureza y estabilidad y una buena relación costo beneficio.
“Las vacunas a ADN contra BoHV1 fueron desarrolladas por primera vez cuando, a partir del uso de un plásmido codificante para la gD, se demostró que se lograba desarrollar una respuesta inmune en bovinos”, detalló Patricia Zamorano, investigadora del Instituto de Virología del INTA y del CONICET.
Después de la infección experimental de los animales vacunados –bovinos de raza Aberdeen Angus y Criollo–, los especialistas observaron que en los inmunizados los síntomas fueron más leves y la excreción de virus fue menor respecto de los individuos sin vacunar. No obstante, la respuesta inmunitaria no alcanzó los criterios de protección establecidos por la OIE.
En esta línea, Zamorano explicó: “La cantidad de ADN que se requiere para la formulación y las repetidas inmunizaciones mostraron la necesidad de incrementar la respuesta producida por este tipo de vacunas y, por esta razón, actualmente trabajamos en la mejora de la vacuna a partir del desarrollo de distintas estrategias como la inclusión de adyuvantes”.
Los resultados de este trabajo fueron publicados por la revista científica Frontiers In Inmunology.