Uno de las más nefastas políticas que nos condujo a la pobreza y la decadencia fue el habernos aislados del mundo, comprando el modelo de sustitución de importaciones y la historieta del deterioro de los términos del intercambio.

Frente a esta pobreza que ya es estructural, la mayoría de la dirigencia política habla de crecer sin bajar el gasto público, es decir el mismo argumento de Cambiemos: esperan una lluvia de inversiones solo porque cambia el gobierno.

Si bien hay múltiples factores que explican nuestra larga decadencia, es muy evidente el inicio de la misma con el cierre de la economía, con las políticas populistas que apuntaron a redistribuir y con al estatismo. Es decir, nos cerramos al mundo y eso generó desestímulos para invertir y mejorar la relación precio y calidad de los productos. ¿Para qué esforzarse en invertir, innovar y mejorar la productividad si las empresas tenían y tienen un mercado cautivo al cual venderle productos de mala calidad a precios altos? Las empresas tienen rentas extraordinarias gracias a que el estado les elimina buena parte de la competencia externa y deja al consumidor a merced del productor local.

La relación entre la caída en el ingreso per capita y el cierre de la economía puede verse claramente en los siguientes dos gráficos.

Gráfico 1


El gráfico 1 muestra que entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX Argentina tuvo un ingreso per capita que se ubicó entre los 10 primeros países del mundo. Es decir, Argentina se mantuvo durante décadas entre los 10 países con más alto ingreso per capita del mundo. Incluso en 1895 y 1896 fue el país con el más alto ingreso per capita del mundo.

¿Cuándo comienza a producirse la caída? El gráfico muestra que el quiebre es a mediados de la década del 40, justo cuando se consolida el cierre de la economía, el estatismo, las políticas populistas de redistribución del ingreso y la aparición de la nefata inflación.

Veamos ahora el gráfico 2.

Gráfico 2


Como puede verse en el gráfico 2 entre 1900 y mediados del siglo XX las exportaciones argentinas representaron entre el 2 y el 3 por ciento de las exportaciones totales del mundo. En otras palabras, del total de las exportaciones de todos los países del mundo, entre el 2 y el 3 por ciento salían de Argentina. Es a partir de mediados del siglo XX cuando perdemos rápidamente participación en el comercio mundial al punto que actualmente las exportaciones argentinas solo representa el 0,3% del total de las exportaciones mundiales.

Si uno observa en el gráfico 1 cuándo se produce la pérdida de posiciones en el PBI per capita en el ranking mundial es casi en el mismo momento en que Argentina pierde participación en el total de exportaciones mundiales.

El dato no es menor, porque si hubiésemos mantenido la participación en el comercio mundial como es el caso de otros países, por ejemplo Canadá o Australia, decía, si hubiésemos mantenido nuestra participación en el comercio mundial actualmente tendríamos que estar exportando U$S 572.000 millones, es decir, deberíamos estar exportando U$S 510.000 millones más por año de lo que exportamos. ¿Cuántos puestos de trabajo, riqueza y nivel de vida se perdieron por exportar U$S 510.000 millones menos de los que exportamos?

Gráfico 3


A modo de ejemplo podemos ver el caso de Australia que actualmente exporta el 1,3% de las exportaciones mundiales y en el pasado tuvo una participación entre el 1,5 y el 2 por ciento en promedio. Con Canadá ocurre algo parecido, a principios del siglo XX exportaba el 2,5% del total mundial y actualmente tiene el mismo nivel.

Quienes deliran con la idea de impulsar la actividad económica con el consumo interno no advierten que con 44 millones de habitantes, donde un tercio de la población es pobre y el resto tiene un bajo ingreso per capita, es imposible imaginar una fuerte corriente inversora. ¿Quién puede imaginar grandes volúmenes de inversión para abastecer a solo 44 millones de personas, con un tercio en la pobreza? Y sin esas inversiones es impensable crear puestos de trabajo, mejorar la productividad de la economía y, en consecuencia, los salarios reales. De esto se desprende que la salida de Argentina no está en estimular el consumo interno como propone la mayoría de los políticos, sino que la salida es integrarse al mundo e incrementar las exportaciones en forma notable.

Actualmente las exportaciones de Argentina representan el 11% de su PBI. Los países que lograron captar grandes inversiones, crear puestos de trabajo, mejorar los ingresos reales y salir de la pobreza lo hicieron integrándose al mundo. Mientras las exportaciones Argentinas representan solo el 11% de su PBI, las exportaciones de Alemania son el 47%, las de Chile el 31%, Australia el 29% e Irlanda el 120% de su PBI. Deliberadamente no di ejemplos del sudeste asiático para que no me vengan con que hacen dumping social o el verso del plato de arroz.

En 2017, siguiendo los datos del Banco Mundial, Argentina exportó en bienes y servicios U$S 71.000 millones, Chile U$S 79.500 millones, Australia U$S 315.000 millones, Canadá U$S 511.000 millones e Irlanda U$S 476.000 millones por citar solo algunos casos.

Todos esos países hicieron extraordinarias reformas estructurales y se incorporaron al mundo. Vieron el mundo como una oportunidad, no como una amenaza como nuestros políticos ven al mundo. Eso sí, buena parte de la dirigencia política quiere exportar más pero no quiere importar más, sin darse cuenta que todos esos países exportan e importan mucho más que Argentina acumulando mucho más volumen de comercio exterior.

Mientras en 2017 las importaciones de Argentina representaron el 14% del PBI, las de Chile fueron el 27%, Australia el 21%, Canadá el 33% e Irlanda el 88%. Todos exportan más e importan más. No se cierran al comercio mundial con el falso argumento que se pierden puestos de trabajo. Tenemos el caso de Argentina, cerrada al mundo no solo pierde puestos de trabajo, sino también aumenta la pobreza. En cambio los países que se integran al mundo exportan e importan mucho más que nosotros, no tienen pobreza y captan grandes inversiones.

Si se acepta que la salida de Argentina es la exportación y no el estímulo artificial e insostenible del consumo interno, el proceso es muy claro. Primero tendremos un tipo de cambio alto en términos reales y a medida que se vayan haciendo las reformas estructurales que le den competitividad a la economía argentina y captemos inversiones, ese tipo de cambio real muy alto irá bajando a lo largo del tiempo.

En síntesis, nuestra decadencia comienza a partir del momento que nos cerramos al mundo para sustituir importaciones, hacer populismo redistributivo y estatismo. Los gráficos 1 y 2 son lo suficientemente elocuentes y muestran que justo cuando se lanza con todo el populismo y el aislamiento comercial, perdemos ingreso per capita.

Creo que no hay ninguna duda. Con esta población y pobreza, pensar en el consumo interno como motor del crecimiento para captar inversiones es delirante. La salida es el comercio exterior basado en reformas estructurales y no en saltos cambiarios transitorios o esperando el viento de cola de los precios de las commodities. La salida es con reformas estructurales para ser competitivos a nivel mundial y exportar 10 veces más de lo que exportamos actualmente. Una de las claves para poder volver a ser un país fuertemente exportador es transformar el MERCOSUR en un tratado de libre comercio en vez de este proteccionismo ampliado que es el MERCOSUR.

En su momento lo hicimos, no veo razones, salvo la necedad de la dirigencia política argentina, para que no podamos retomar la senda del progreso.

Fuente: Economía para Todos