Esta menor oferta de lácteos al consumidor, especialmente en productos frescos como la leche fluída, se explica por la baja estacional de la producción de materia prima, agudizada este año por los factores climáticos adversos (excesivas lluvias y olas de calor), las dificultades económicas-financieras sufridas por la cadena en el año anterior y la acumulación de compromisos comerciales que modificaron sensiblemente el cuadro anual de la demanda de leche.
Sumado a esto, la conducta que han adoptado empresas poco formales, de acrecentar su política evasora como estrategia de competencia desleal, está provocando varios impactos negativos.
La evasión o marginalidad, debemos recordar que afecta en múltiples sentidos como: la reducción de ingresos fiscales, una sobrecarga impositiva a los que pagan, genera incremento artificial de los precios que finalmente se trasladan al consumidor, reduce los volúmenes exportables y puede limitar la provisión de productos masivos, abastecidos mayoritariamente por empresas formales.
El desvío de leche hacia estas empresas informales le restan disponibilidad de materia prima para ser destinada a los productos frescos en aquellas formales, y se reubican en la elaboración de quesos, que también se vuelcan al circuito informal.
Es conocido que también la marginalidad permite encarar inversiones a cero costo, mientras cualquier empresa de la economía formal tiene que asumir tasas anuales de interés de entre el 60 / 70 % para obtener capital de trabajo o realizar inversiones. Éste constituye otro espacio para competir deslealmente.
Enfatizamos en la necesidad de actuar frente a la informalidad porque se trata de uno de los factores relevantes en la disminución de la oferta de productos de consumo cotidiano de la familia argentina.