El delegado de Agricultura Familiar de la Nación quedó en medio de un fuerte debate después de que saliera a la luz el acuerdo firmado en diciembre con la asociación Maizar para extender el cultivo en Misiones y Corrientes y abastecer el déficit de granos en el estado más rico de Brasil. El rechazo, argumenta, proviene de un “fundamentalismo” que no contempla la necesidad de los productores ni el enorme negocio potencial que puede transformar las chacras misioneras.
“El proyecto tiene como objetivo principal lograr que la provincia de Misiones tenga oferta de granos local para obtener balanceados a precio adecuado para producir proteína animal. La idea de asociarse a cooperativas brasileñas se basa en la necesidad de obtener transferencias de capital y tecnología para el desarrollo de los cultivos de maíz en Misiones. Hoy en Argentina el financiamiento para estas cuestiones está caro o es insuficiente”, argumenta.
“Primero, hay que producir para la demanda de Misiones. El excedente, exportarlo, pero acá debe haber valor agregado. La carnada que necesitan los brasileños es porque no tenemos infraestructura, no hay secaderos suficientes de maíz, no hay silos, aunque eso se puede abaratar con silobolsas. No hay extrusora de soja, estamos trayendo expeller de la Pampa húmeda para hacer alimentos balanceados acá. Traen varios. En Pozo Azul, el trabajo que hacen es admirable. Son brasileños de segunda generación y algunos de primera y saben bien cómo hacer las cosas y como vivir al lado. Cuando se disparó este debate, me llamaron varios para decirme: “Nos está yendo muy bien”, explica Lagier en un reportaje concedido a Economis, medio que desató la polémica al revelar los detalles del acuerdo.
De todos modos, Lagier asegura que el proyecto está en etapa de experimentación. “El otro cuello de botella es la Aduana. Metés cinco camiones más en Bernardo de Irigoyen y estamos en problemas. Por eso empezamos con reuniones fronterizas y de empresa a empresa, con mucho éxito. Los brasileños están interesados en venir a invertir acá para alimentar toda esa producción. Hoy si nos ponemos a plantar maíz, no hay infraestructura que lo pueda procesar. Por el porcentaje de humedad, los granos no son los ideales. Se necesita mucha inversión en silos e infraestructura. Para eso necesitamos a los brasileños, que tienen acceso a crédito barato, a tasas realmente bajas, que vengan a invertir. No pueden comprar tierras, porque Alto Paraná tiene copado todo, así que en ese sentido estamos cubiertos. Estamos buscando parcerías (sociedades) entre cooperativas o empresas.
¿Se puede pensar en plantar 250 mil hectáreas?
Para cubrir nuestras necesidades alimenticias, de grano y carne, son necesarias 125 mil hectáreas de maíz. Con un paquete tecnológico, sería sano llegar a 253 mil, para generar una producción con rotación, productores familiares para hacer hotelería, cerdos, pollos, balanceados y toda la cadena. Y el excedente mandarlo a Brasil. Si se queda acá, felices. Pero hay un límite en uso de suelo y hotelería (silos y depósitos).
Hoy no se sabe cuánto grano está entrando a la provincia. Pero además hay que pensar que en hotelería e infraestructura, se va a generar trabajo. Se podrá fijar el hijo del colono a la chacra, para que, culturalmente, se rompa ese paradigma de que nos volvemos chacareros cuando murió papá.
Misiones puede ser además un buffer sanitario. Santa Catarina no puede
atender la demanda que tiene para alimentar sus animales. Trae maíz de Mato
Grosso, y hasta importaron de Estados Unidos. Pero el problema es que Mato
Grosso está exportando hacia el norte. El maíz de Paraguay ya no alcanza para
abastecer la demanda de Santa Catarina, por el crecimiento de la cuenca lechera,
ya que el maíz pasa de grano a silaje, porque lo usan para alimentar la carne y
la leche. Les venimos como anillo al dedo, generamos riqueza acá, eso chorrea a
los pueblos. Hoy Paraíso, que era un pueblo perdido, cuenta con su cooperativa,
ya hay un mercadito, taller, un restorancito. Ese equipamiento que les dio el
Estado, con silos, camión, etc, genera multiplicación. Y hay que replicarlo en
todos los pueblos.
Santa Catarina hoy produce 2,8 millones de toneladas año y consume 6,7 millones. Tiene un déficit de producción del 58 por ciento, equivalente a 3,9 millones de toneladas año. El plan de Lagier implica disponer de 1 millón de toneladas de maíz producido en Misiones para vender a Santa Catarina, en base a un esquema asociativo. Eso representa el 25 por ciento de la demanda actual de maíz de Santa Catarina. A un rinde de ocho toneladas por hectárea, dejando 20 por ciento físico en Argentina, implica cultivar 156.250 hectáreas de maíz al año (y tener mecanizadas en producción de cultivos anuales, como mínimo, 235.000 hectáreas, por las rotaciones).
Actualmente se cultivan 22.600 hectáreas a un rinde promedio de 3,2 toneladas
por hectárea, mientras que en Santa Catarina el rinde promedio es de 8,7
toneladas. El proyecto indica que los suelos misioneros, al igual que los
catarinenses, deben ser corregidos en su acidez. Santa Catarina tiene canteras
de calcáreo (a 650 kilómetros de la frontera). En Argentina, las más cercanas,
en las provincias de Buenos Aires y Córdoba.
El proyecto apadrinado por Nación identifica como “amenazas” a la autoridad ambiental de Misiones que “podría poner trabas al desarrollo de áreas cultivables si considera a la capuera como bosque nativo en recuperación y traba el desmalezamiento de parte de los lotes de tierra ociosa”. También reconoce que “en Misiones hay una corriente política contraria a la utilización del glifosato”.
Como activos, enumera la generación de un nuevo ingreso anual en Misiones, sólo por producción, de aproximadamente 72,5 millones de dólares (márgenes brutos de 300 dólares por hectárea para maíz, 250 para soja y 120 para trigo), más la creación de mil puestos de trabajo e ingresos extra en “hotelería y transporte”.
¿Y qué se hace con los agroquímicos necesarios para custodiar semejante plantación?
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) dice que los organismos genéticamente modificados, van a terminar combatiendo la pobreza en el mundo. Que los transgénicos van a sacar al mundo de la pobreza. No hay objeción. Los protocolos para meter una semilla modificada son muy celosos.
Es más, cuestionó hace poco que los esfuerzos estén enfocados únicamente en el maíz y no en arroz, papa o mandioca.
Los países que están a la cabeza de los mercados globales, son los que están usando transgénicos. Argentina, Brasil, Estados Unidos, Canadá, China, Australia. Argentina está cuarta en el mundo, con algunos años de cosechas malas y este año, dicen que será récord.
¿Y los agroquímicos?
Los agroquímicos, por lo que he leído… – “No soy especialista”, aclara- se usa proporcionalmente menos que en una plantación normal, porque salen más plantas en la misma superficie. Nuestro colono hoy saca 1.5 a 3 mil kilos por hectárea, con suerte. Pero en general el Roundup que usa, lo usa en 600 plantas y vos lo vas a usar en 8000.
Además el paquete tecnológico debe marcar el uso correcto. Por ejemplo: Te duele la cabeza y tomás una aspirina y te pasa. Tomás 200 y te da una hemorragia estomacal. Cómo lo usás y en qué cantidad, forma parte del paquete tecnológico. No es el uso o no uso, sino cómo lo usás.
Estamos de acuerdo en el que transgénico se impone, pero plantear una superficie tan grande, genera dudas…
Los transgénicos no son el futuro, son el presente. Y este debate tiene 30 años de atraso. Hace 30 años que se planta transgénico en Misiones. Misiones fue la primera provincia donde se plantó soja.
¿Y qué hacemos con el monte?
El monte no debe tocarse. Y no va a ser tocado, no hay excusa para tocar el monte. Con las hectáreas libres que hay y las capueras mal usadas. El pino, hay miles de hectáreas. Tenemos un suelo que vale 22 mil dólares la hectárea. Pero acá no vale nada el pino. Estamos perdiendo plata con el pino. Lo que estos fundamentalistas… que ese es el problema… Los fundamentalistas dicen que la capuera es monte en recuperación y en realidad, la capuera es que el tipo volteó el monte. La tierra bien usada, produce perfecto. En realidad, presionan el monte si no empezamos con transgénicos, porque la necesidad es la misma. Si producís 1.500 kilos en vez de 8000, vas a tener que usar más suelo para producir. El monte es más que necesario tener el buffer sanitario y biodiversidad, para proteger el maíz criollo.
¿Y qué hacer con la ley que prohíbe el uso de glifosato?
La prohibición del glifosato es solo para zonas urbanas, felizmente, porque hubieran matado la matriz productiva de la provincia. Se propuso sin pensar. La parte productiva te dice: tenemos que producir más y mejor, no menos. Pero hay como hacer las dos cosas en paralelo.
Tenemos a la Biofábrica y al Instituto Misionero de Biodiversidad, con equipos de lujo.
¿Quién aportará el paquete tecnológico?
Lo estamos evaluando con la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) y la Empresa de Pesquisa Agropecuária e Extensão Rural de Santa Catarina (Epagri), que depende de la Secretaria de Estado da Agricultura e da Pesca de Santa Catarina. Brasil es un monstruo grande desesperado por maíz. A futuro, me parece que nos deberíamos meter en el mismo canal que los brasileños. Canalizar cerdos y pollos al mercado internacional, con ellos. Ellos no tienen techo y nosotros no tenemos techo si plantamos maíz.
¿Pero quién aporta el paquete?
Lo que hablamos con CREA y Maizar, es que queremos que sea un paquete tecnológico más argentino. Pero que quede claro, porque se dice “Nación quiere plantar”. Nosotros no vamos a plantar ni una maceta, buscamos transferir conocimiento.
Las parcelas de prueba que tenemos con los productores son para hacer un manual para decirles lo que hay que hacer. Agricultura detecta la necesidad y plantea las soluciones y sale a buscar puertas.
Tenemos que determinar cómo será la rotación: si maíz, soja, trigo o maíz, maíz, trigo o maíz, soja, ¿cuál será la rotación ideal? Eso es lo que estamos buscando en el paquete tecnológico, eso incluye calidad de semilla, fertilización, fumigación, lo que tenés que tener para una buena producción. Aplicando esta tecnología, en el país envidian los rindes que se lograron en Misiones.
Hay algunos fundamentalistas que consideran la capuera como monte en recuperación. Pero la verdad…
Ahora si me decís, ¿qué porcentaje que vas a dejar para el monte? O me vas a obligar a poner nativas, sí entra en el debate y se puede discutir. Pero ¿rechazar de plano una discusión en la que el mundo ya dio vuelta la página? Igual que con los suelos. En ningún lugar del planeta un productor con 25 hectáreas es pobre. Eso no existe, solo pasa acá. Y seguimos insistiendo con la yerba, que es buena, pero es la yerba del abuelo y nunca se hizo nada más.
Hay que buscar alternativa para producir y que la gurisada siga acá. En ese sentido no hay opción.
Fuente: Economis