Los congresos organizados por la Asociación Argentina de Producción Animal constituyen una oportunidad única para actualizar conocimientos, debatir estrategias y pensar a futuro. Buscando contribuir a la toma de decisiones de la empresa ganadera, los especialistas Juan Elizalde y Sebastián Riffel comentarán en varias entregas algunos trabajos científicos y técnicos presentados en el 41º Congreso, realizado a fines de 2018. En esta oportunidad, el foco es la actividad de cría.
Producir más no siempre mejora el ingreso
Un estudio de interés para el primer eslabón de la cadena es la “Evaluación de sistemas de intensificación de cría en la Cuenca del Salado. Indicadores productivos y económicos”, publicado por José Otondo y otros autores, ya que permite visualizar que no siempre producir más implica ganar más dinero.
El trabajo se realizó en la Chacra Experimental Integrada Chascomús (INTA-MAIBA). Allí se estudiaron durante nueve ciclos productivos (2009-2018) dos sistemas de cría bovina, denominados semi-intensivo e intensivo.
En el semi-intensivo, el 13% de la superficie está dedicada a sorgo diferido, el 16% a pasturas implantadas y el 71% es campo natural; y utiliza una carga de 1 EV/ha. El intensivo cuenta con 25% de la superficie con doble cultivo (verdeos de verano para silaje/verdeo de invierno para pastoreo), 65% de pasturas y 10% campo natural; con una carga de 2 EV/ha.
Los resultados obtenidos permiten observar que cuando el sistema de cría se intensifica, la producción de carne aumenta sustancialmente (de 147 a 281 kg/ha/año), básicamente a través de una mayor carga. Sin embargo, el resultado económico no se incrementa en la misma proporción (solo el 17%).
El aumentar la carga (sobre todo cuando el porcentaje de preñez y de destete son muy buenos) puede arrojar bajos incrementos en los márgenes brutos, en especial si se aplica una tecnología costosa (silaje versus diferidos) o una alta participación de pasturas para alimentarla. Si bien estos recursos aumentan la producción de carne, no resultan eficientes, ya que una parte del silaje se destina a sostener el elevado costo de mantenimiento de las vacas durante la gestación.
Estos resultados demuestran que es necesario ajustar muy bien el sistema a utilizar y optimizar aquellas tecnologías que maximicen el resultado económico. Una premisa aún más importante cuando las actividades ganaderas son intensificadas utilizando insumos dolarizados.
La edad de la madre, corazón del negocio
Otro trabajo que deja aprendizajes importantes es el “Efecto de la edad de la madre en el crecimiento del ternero”, presentado por Sebastián López Valiente y otros.
El estudio se realizó en la EEA Cuenca del Salado (INTA), utilizando 20 vacas multíparas, 20 vaquillonas de 27 meses y 20 vaquillonas de 15 meses de edad, al momento del servicio. Se realizaron numerosas mediciones pero es interesante destacar algunas, como el peso de la madre al parto y al destete; el peso del ternero al nacimiento y al destete; y los kilos de ternero destetado en relación al peso de la madre.
Los resultados obtenidos permiten observar que los pesos de las madres al parto y de los terneros al nacimiento se desenvolvieron en función de la edad de la hembra gestante. La de 15 meses, tuvo un ternero de menor peso que la de 27 meses y la multípara.
O sea que hay una relación directa entre el peso de la madre (al parto o al destete) y el peso del ternero al destete. Esto implica que cuanto mayor sea el porcentaje de vacas adultas, en función de un menor descarte por vacías o por longevidad, mayor será el peso al destete, independientemente de que la reposición se realice con vaquillonas de 15 meses o 27 meses.
Como reflexión, habría un nexo entre el porcentaje de reposición a cubrir con vaquillonas y el peso del ternero al destete. Esta información marca la necesidad de mejorar los procesos de recría de estas vaquillonas con el objetivo de lograr un peso al entore lo más alto posible, dado que ello impactará sobre el peso al destete de sus crías y, por ende, en el peso al destete del rodeo general.
Sin embargo, una opción bastante común, sobre todo en rodeos con bajos porcentajes de preñez, es vender las terneras y dejar las vacas vacías para volver a preñarlas en el próximo servicio, con el argumento de que se desteta un ternero pesado. Pero por más que esto sea cierto, se destetarán pocos kilos por año si queda preñada año por medio.
Otro aspecto a destacar es que la eficiencia criadora (kilos de ternero destetado por kg de vaquillona o vaca) es muy similar entre madres de distintas edades. Una eficiencia del 45 al 50% es muy buena y se consigue con vacas de frame intermedio. Además, si bien las vaquillonas tienen mayores pérdidas de terneros, la eficiencia criadora es igual o mejor que en las vacas multíparas.
Por: Ing. Agr., M. Sci., Ph.D. Juan C. Elizalde - Ing. Agr., M. Sci.
Sebastián L. Riffel
Fuente: Valor Carne