El trigo es un cultivo que, en términos generales se siembra en invierno y florece en primavera. Esto implica que las últimas heladas del año pueden dañar las espigas y generar reducciones en los rindes. Para minimizar este impacto, un equipo de investigadores del INTA Balcarce –Buenos Aires– diseñó un modelo que permite estimar el daño que puede provocar este fenómeno natural al cultivo.
“Hasta ahora, se sabía poco de cómo se relaciona cuantitativamente el nivel de daño que causa una helada con su intensidad, su duración y el estado de desarrollo de la espiga”, señaló Pablo Abbate, especialista en cultivos de invierno del INTA y uno de los creadores del tercer modelo matemático que se publica en el mundo para estimar el daño de heladas en espigas de trigo a partir del pronóstico meteorológico.
En gran parte de la región triguera argentina, adelantar la fecha de floración del trigo permitiría alcanzar un mayor rendimiento potencial, reduciría la probabilidad de sequía, aumentaría la eficiencia de uso del agua, contribuiría a anticipar su cosecha y la siembra de un cultivo de segunda, entre otros aspectos positivos. Sin embargo, el adelanto de la fecha de floración aumenta el riesgo de que las heladas dañen la espiga.
“Nuestro objetivo fue tratar de definir con mayor precisión la relación entre las pérdidas en el rinde y las características meteorológicas de las heladas”, expresó Diana Martino, tesista doctoral de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata, quien agregó: “Para esto, cuantificamos el nivel de daño generado por heladas naturales en distintos estados de desarrollo de la espiga trigo”.
En tres ensayos experimentales realizados a campo, evaluaron el daño que provocó una misma secuencia de heladas en espigas de trigo con distintos estados de desarrollo –desde inicio de la expansión de la hoja bandera hasta comienzo del llenado del grano–.
“Durante el estudio, encontramos que la duración del período de máxima susceptibilidad a las heladas fue mayor cuanto más severas resultaron”, indicó Abbate quien detalló que “las heladas produjeron daño a partir de -1.5 °C medidos a la intemperie y a la altura de las espigas (a un metro del suelo aproximadamente)”.
Sin embargo, el análisis de los datos demostró que la duración de la helada fue más importante que la temperatura mínima alcanzada. “Pudimos determinar que heladas de menos de 37 minutos, no provocan un daño relevante”, aseguró Martino, quien trabaja junto con Abbate en el INTA Balcarce.
El modelo, desarrollado por investigadores del INTA es el único que reúne las siguientes características: está basado en las leyes de conducción de calor, fue construido a partir del análisis de datos relevados con heladas naturales en cultivos mínimamente alterados, considera el efecto de heladas sucesivas, los cambios de susceptibilidad de los distintos estados de desarrollo de la espiga y la heterogeneidad de estados de desarrollo que presentan las espigas de un cultivo de trigo.
“Estas características le brindan a este modelo más precisión y más posibilidades de uso que la de los modelos previos”, destacó Abbate.