Se realizo un encuentro organizado por Mastellone Hnos. con el nombre de "Nutrición, Bienestar Animal e Innovación Tecnológica", realizado en la Universidad Católica Argentina (UCA).
Santiago Fariña, director e investigador del Instituto Nacional de
Investigación Agropecuaria (INIA) de Uruguay explicó a LA NACION: "Somos
competitivos hacia afuera porque exportamos leche a bajo costo, pero para
adentro no tanto por la baja eficiencia de la tierra y de las personas". Sostuvo
que esto también se debe a que el valor de la tierra creció mucho más rápido que
la competitividad. "La infraestructura tranqueras adentro es hoy la limitante
para poder crecer de forma sostenible", apuntó.
Para Fariña, es difícil el crecimiento del sector lechero. "Es dificultoso
crecer en volumen, porque los rodeos no logran incrementarse y existe un
desbalance entre las vacas que se mueren, se descartan y a la baja
reproducción", indicó. Además, puso la lupa sobre el estancamiento de los
productores desde hace varios años por la inestabilidad y la desinversión, lo
que complica aprovechar las buenas oportunidades de precio.
"Hay que desensillar hasta que aclare, como se dice en el campo", dijo, ocurrente, Fariña, al referirse a la cautela que deben tener los tamberos por la situación de incertidumbre que viven hoy. Añadió que no es el momento de "dar grandes volantazos".
Con un precio internacional de la leche bajo, la cuestión es hacer un buen
control de costos. "Nadie en el mundo puede hacer plata con la leche a 0,21
centavos de dólar; lo único que queda es tratar de perder lo menos posible, pero
sobre todo cuidar mucho al personal de trabajo que son los que salvan la
producción", reflexionó el director de INIA.
Otra de las oradoras fue Katie Milne, productora lechera y presidente de
Federated Farmers de Nueva Zelanda, que remarcó que la situación de
estancamiento de la comercialización es un impasse, pero que la demanda va a
continuar expresándose.
"Es una cuestión de tiempo en el que los países deben estar listos para una
población mundial en aumento y donde los mercados libres pueden ayudar a que la
comercialización sea más fluida", indicó.
"Como naciones productoras lácteas, debemos educar y mejorar la percepción que
tiene la gente de la leche y así promover el consumo", aclaró la productora y
añadió que para aquellos países que tienen margen de crecimiento, como es el
caso de la Argentina, existen buenas perspectivas.
En este sentido, en diálogo con LA NACION, Raylene Liufalani, embajadora de
Nueva Zelanda, indicó que hay oportunidades para países como la Argentina en
especial en la industria láctea por las excelentes virtudes nutritivas de los
productos lácteos que son buscados en el mundo.
Katie Milne, productora lechera de Nueva Zelanda junto a Raylene Liufalani, embajadora de ese país en Argentina
Nueva Zelanda, con un poco de más de cuatro millones de habitantes y con tambos en su mayoría pastoriles, produce el 3% de la leche del mundo y exporta el 95% de su producción, lo que representa el 30% de la leche comercializada.
Para brindar un abanico de posibilidades a sus productores, ese país tiene una gran cantidad de acuerdos de libre comercio.
"Nuestro país está al límite de la capacidad para la producción de lácteos, somos un país pequeño, por eso nos enfocamos en ser más productivos y eficientes y apuntar al segmento superior del mercado", dijo la embajadora y remarcó que al estar al máximo de su capacidad productiva esto abre una posibilidad para la Argentina y otros países productores.
Para Milne, una cuestión no menor es el tema del bienestar animal. "Todos los exportadores están enfrentando ese problema, que lejos de desaparecer se va a agudizar. Los productores argentinos deben aprender de los farmers de nuestro país para que no cometan los mismos errores que nosotros", concluyó.