Las estimaciones sobre la producción, en general, y de trigo, en particular, se muestran preocupantes. Pocos productores pudieron dormir con tranquilidad durante las noches del sábado y del domingo pasado.
Las últimas lluvias se expresaron con un volumen alarmante. La provincia más sufrida fue la Santa Fe. También la Entre Ríos y el Sureste de Córdoba.
Además, se registran lotes afectados por granizo.
En la provincia de Santa Fe, los departamentos San Martín, San Jerónimo, Castellanos, Las Colonias y La Capital debieron soportar vientos muy intensos y caída de granizo. Las lluvias alcanzaron un volumen próximo a 230 mm.
De Rosario para el Norte se registraron, en los últimos días, milimetrajes que superaron el nivel de 200. También sufrieron el embate, zonas agrícolas como Santo Tomé, Gálvez, Pellegrini, Esperanza, Franck, Arocena, San Fabián, etc.
En algunas partes de la provincia de Buenos Aires, como Saladillo y Huanguelén, las precipitaciones alcanzaron un volumen cercano a 200 mm.
Por este fenómeno, el trigo ha vuelto a ser golpeado.
Quedaba muy poco para empezar la cosecha en esta zona, con los trigos ya débiles por su avance en la maduración, cuando las plantas sintieron el impacto de las precipitaciones, con el consecuente lavado que afecta tanto el rinde como la calidad.
El peor problema que dejan las lluvias el de la calidad. Es de prever que se observen trigos “panza blanca”, es decir cuando en el grano se tiñe con un color amarillo claro, opaco y “almidonoso”, que puede cubrir el grano en su totalidad o una pequeña fracción.
Los granos afectados contienen un alto porcentaje de almidón, más alto contenido de humedad y más bajo contenido de proteína. Ello repercute en la calidad de la harina y la panificación, al ser industrializados.
A su vez, el exceso de precipitaciones acarrea problemas de brotado lo que lleva a descuentos importantes en la mercadería.
La preocupación no finaliza acá. La semana pasada fue un período de siembras para la soja de primer, en la zona núcleo. Y luego llegaron las lluvias.
En buena parte de los lotes recién sembrados, se teme que no haya una adecuada emergencia. Si las sojas no nacen como se esperaba, habrá que resembrar. Y los costos seguirán en ascenso.
El problema económico que se avecina, de no mejorar sustancialmente las condiciones climáticas, no sólo será de la cadena agroindustrial, sobre todo de la producción, sino también del país. En tal caso, el Gobierno deberá lidiar con cuentas fiscales más problemáticas aún.
Por lo pronto, es poco probable que, con estos eventos climáticos, se logre una cosecha de trigo por encima de 18 millones de toneladas. De hecho, la Bolsa de Cereales de Córdoba acaba de estimar baja de 3,36 millones de toneladas, lo que representa un 24% inferior a la campaña pasada.