Si hacemos un recorrido de las características buscadas desde el comienzo del siglo XX, el cliente de nuestro Granero del Mundo, podemos decir que los ingresos al hogar provenían exclusivamente de un obrero industrial producto de la Revolución Industrial europea, que tiene varios hijos, la mujer trabajaba solo en la casa, compraba productos muy elementales, por ej. harina, en un almacén de lo que llamaríamos por aquí de Ramos Generales.
En la feria, compra la mayoría de los productos frescos directamente al productor, esta compra de frescos es diaria ya que no posee heladera que permita resguardarlos. Los alimentos son el principal gasto, estos se llevan junto a energía casi todos los ingresos. Se paga en efectivo y el nivel educativo es a lo sumo de nivel primario. No hay requisitos de calidad.
Después de la Segunda Guerra Mundial, con la Revolución femenina, la mujer accede a la universidad y al mundo del trabajo. Los ingresos se incrementan con el aporte de este segundo ingreso, en general menor, y esta nueva organización familiar tiene menos hijos, accede mínimo a las escuelas medias, utiliza menos porcentaje de sus ingresos en alimentación. Tiene heladera y menos tiempo para las compras, aparece el supermercado y la compra grande quincenal o mensual.
Ya no es solo harina, son los fideos industrializados, la salsa preparada y el queso rallado. Se paga con tarjeta y aparecen requisitos de calidad y en algunos ítems, como los productos orgánicos, requisitos de trazabilidad y certificación. Las clases medias que importan alimentos siguen en las mismas localizaciones, países de Europa, EEUU y Japón. Es el mundo que contiene la visión de los Agronegocios.
Hoy cambio todo, desde la localización, con gran protagonismo de Asia y el Mundo árabe (norte de África y península arábiga) hasta las características y presentación de los alimentos.
Las clases medias globales, fundamentalmente en Asia, contiene muchos más universitarios, tienen tendencia o a tener pocos hijos (a edades mayores) o a no tenerlos. Gastan muy poco de sus ingresos en comida, un alemán menos del 8 % de sus ingresos. Compran mayoritariamente comida elaborada fuera del hogar con muy alto requisitos de calidad.
Trazabilidad y Certificación que acredite son imprescindibles. Se certifican desde el cuidado del ambiente, huellas de Carbono e hídrica, el bienestar animal, consideraciones sociales como libre de trabajo esclavo o infantil, aspectos de salud (muchas veces sin sustento científico), etc etc, Todo ello nos lleva a que la propuesta de la bioeconomía se alinea perfectamente con estas visiones, agronegocios con ambiente y sociedad como elementos principales.
Este consumidor paga con su celular, sin tarjeta, y lo más disruptivo es que compra por web en cadenas como Alibaba, la nueva Amazon y seguramente en poco tiempo por Mercado libre.
Comida elaborada, envases pequeños con mucha y clara información, apta para logística fuera del supermercado son claves si queremos vender en este siglo de la Bioeconomía.
Por: Fernando Vilella, profesor Titular Cátedra de Agronegocios y Director del Programa de Bioeconomía de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAuba).