Esto deviene de la incapacidad de saber cómo resolver los problemas, en este caso económicos, políticos y sociales, de un país que se debate entre el temor a una economía en fuerte retroceso, a la inflación que deja mutilados los bolsillos de los trabajadores, jubilados, pensionados, pymes en general, y la falta de confianza en los que deben precisamente generar confianza, seguridad, respaldo a las empresas y sus trabajadores.

Argentina está logrando mantenerse en el podio, no como ganador de nada, sino de los peores indicadores que marcan un derrotero casi inexorable, el empobrecimiento de la gran mayoría de la clase media, dejando un país para que pocos puedan vivir dignamente en él. Somos el segundo país en presión tributaria, el tercero de más alta inflación, el país que más se endeudó en el menor lapso de tiempo, el que mantiene un déficit gemelo por más tiempo entre muchos en el mundo, el que cierra empresas pymes y castiga la producción.

En el período marcado por la gestión del actual gobierno, la industria ha perdido 85.000 empleos, según palabras del vice –presidente de la UIA, ha motivado la fuga de capitales que llega a 20 mil millones en los primeros siete meses del año, no protege a las industrias instaladas, mantiene tasas de interés exorbitantes inaccesibles para cualquier empresa, no promueve el comercio exterior, no incentiva la generación de circuitos virtuosos de la economía en las regiones periféricas, no tiene ninguna acción destinada a la internacionalización de las pymes y para colmo de males, nos dice que no somos competitivos. Cómo pretende este gobierno que seamos competitivos en medio de una brutal recesión con inflación, sin crédito, con la más alta presión impositiva, sin incentivos para la producción en regiones marginales, con costos de tarifas y combustibles líquidos que nos sacan de mercado, con costos de logística de transporte carísimos y sin infraestructura básica económica que facilite el comercio intrazonas.

Hoy, las pymes no tenemos precios de referencia, nadie se anima a establecer parámetros con los cuales manejarse en la compra de insumos y venta de productos finales. Las pymes no podemos fijar precios con una inflación que se espera alcance el 42% anual (veamos el índice de Agosto y luego el de Setiembre cuando se aumenten las tarifas), con tasas que superan el 120% en tarjetas, el 60% en créditos y una cadena de pagos que se corta, con efecto dominó sobre el resto de la economía. Se cierran miles de pymes y el gobierno solo atina mirar hacia la “city” para ver el valor del dólar y al FMI para ver si le “tira una soga” un poco más gruesa que le permita amarrar fuertemente al barco para que no se hunda.

Joseph Stiglitz, el premio Nobel de Economía, expresó lo que muy pocos en el gobierno se atreven a decir: “los errores de las políticas económicas de Mauricio Macri limitan su margen de acción”, y además, “que los costos de las medidas de austeridad podrían ser demasiado grandes sin un reperfilamiento o una quita en la deuda".

Desde un principio el propio Presidente reconoció que pretendieron volar muy alto y no tenía plataforma para despegar. Lo intentó, debemos reconocerlo, a una baja altura, no sabemos si para eludir misiles o porque no tenía suficiente experiencia como piloto. Encima su tripulación también es inexperta, por lo cual muchos demandaban “donde está el piloto”. La conclusión es que hubo un aterrizaje forzoso, con bastantes daños, muy estruendoso y con muchos heridos. Lo que nos resta saber es si tiene este equipo la capacidad de sobrellevar tanta desgracia y comenzar a reconstruir un país esta vez más seguro, más confiable, con mejores políticas, con más consenso y menos espejismos en el horizonte.