Técnicos del INTA recomiendan que las buenas decisiones desde el comienzo, como la elección del cultivar y los cuidados sanitarios, aumentan la probabilidad de obtener una nuez pecán de óptima calidad para los estándares del mercado. No obstante, realizar una cosecha rápida y en el tiempo adecuado de madurez, así como hacer un manejo responsable luego de la recolección, también ayudan a conservar el buen estado del pecán.
Enrique Frusso, investigador del Instituto de Recursos Biológicos del INTA, explicó que, una vez que se completó el desarrollo de la nuez y el fruto alcanzó la madurez fisiológica, “hay que tratar de cosecharlo lo más rápidamente posible”. Para la recolección, se utiliza una maquinaria similar a un brazo mecánico que puede acoplarse a un tractor.
“Ese brazo mecánico tiene la función de rodear el tronco y ejercer una vibración que se transmite a los extremos de las ramas para producir la caída de la nuez”, señaló Frusso. De esta manera, es posible concentrar la caída del fruto en el tiempo.
En este sentido, se recomienda concentrar la cosecha en un solo período de tiempo y, luego, trasladar la producción a un galpón de acondicionamiento, donde se somete a un proceso de secado que permite alcanzar el porcentaje de humedad deseado en la almendra o parte comestible. Usualmente, esta acción requiere un día.
“Lo ideal es tener un secadero que funcione con aire caliente, a una temperatura que no supere los 30 °C”, puntualizó el especialista, quien remarcó que la disminución de la humedad “es clave para obtener una óptima calidad de la nuez”.
En los secaderos que no disponen de aire caliente y realizan el proceso en forma natural, utilizan cajones –de entre 20 y 25 cm de altura– con fondo de malla que permiten el pasaje de aire. En estas condiciones, la recomendación es apilar los cajones dentro de galpones, con buena ventilación y sin exponerlos al sol directo. “De esta manera, es posible llegar a los mismos resultados de secado, pero en un tiempo de 10 a 20 días”, apuntó Frusso.
La parte comestible del fruto –llamada embrión en la jerga técnica– proviene de la planta con un promedio de 20 % de humedad y, a partir del secado, el objetivo es reducirla a 4,5 o 5 %. En el caso de la nuez con cáscara, el nivel de humedad deseada es aproximadamente del 6 %.
No obstante, el especialista destacó que el manejo previo es fundamental para culminar con éxito el proceso productivo. “Que la planta esté bien nutrida, reciba una cantidad adecuada de agua de riego y un buen plan de fertilización para cubrir necesidades, así como un adecuado control de plagas y enfermedades, permite que se desarrolle y adquiera una activa superficie fotosintética, que va a contribuir a un normal crecimiento y llenado de la nuez”, argumentó.
El porcentaje de llenado es otro indicador de la calidad, debido a que el valor de la nuez depende del contenido de la parte comestible. “El llenado se logra por dos vías: una genética que está dada por el cultivar seleccionado y otra por el manejo que se pueda hacer de la planta”, explicó Frusso.
En esta línea, recomendó realizar “un buen manejo combinado con el aspecto genético a fin de que el cultivar pueda expresar su máximo potencial”.
Estados Unidos y México concentran más del 90 % de la producción mundial de pecán y alcanzan rendimientos de una tonelada por hectárea por año –en promedio–, con posibilidades de lograr dos toneladas en plantaciones bien manejadas.
En la Argentina, se estima que existen aproximadamente 6 mil hectáreas, con un volumen de producción que supera las 1000 toneladas por año.
Respecto del rol del país, Frusso valoró que se espera un crecimiento exponencial del pecán en los próximos 10 años en el país. “Si la expectativa de rendimiento puede llegar a las dos toneladas por hectárea, el potencial nacional es de 12 mil toneladas”, señaló.