En los últimos tres años, las rotaciones se han fortalecido, con una mayor inclusión de gramíneas como el trigo y el maíz, y tendrán su pico con la mayor siembra que se proyecta de este último cereal de verano en este ciclo.
“Con 32% más de área con trigo y 17% más de maíz que en el 2017, la soja de primera retrocede medio millón de hectáreas”, precisa el último informe de la Guía Estratégica del Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Desde la campaña 2011/12, la oleaginosa había tomado un rol protagónico porque era la opción más viable para seguir en el negocio agrícola, en un contexto de fuerte intervención en el mercado del trigo y de altos costos para el maíz (los dos cultivos, además, tenían retenciones a las exportaciones).
En el 2014/15, la oleaginosa tuvo su mayor área de los últimos 9 años en la región núcleo, con más de 6 millones de hectáreas cultivadas. En aquel entonces, por cada lote con gramíneas se implantaban 4,5 lotes de soja.
“Pero a partir del 2016/17, después de tantos años de tener el viento en contra, la necesidad agronómica de volver a las rotaciones empezó ganar terreno”, indica la Bolsa rosarina.
La fuerte asimetría entre la soja y el resto de los cultivos que caracterizó al negocio agrícola volvió a balancearse. Y lo hizo con rapidez, porque de inmediato, en el 2016 se incrementaron en 800.000 hectáreas las gramíneas y la soja disminuyó en 300.000 hectáreas.
“La apuesta por el trigo aún sigue en la 2018/19, con lotes que se están terminando de refertilizar, completando su dosis o fortaleciendo la dotación que se hizo a siembra. Y el maíz temprano, que por ahora se estima en 1,17 millones de hectáreas, tiene todavía posibilidades de sumar más hectáreas”, concluyen los técnicos del GEA.