La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), en el marco del pedido de los tamberos por lograr un mejor precio de la leche cruda, tiene en marcha una campaña en la que destaca que el 44% del precio pagado por el consumidor de un lácteo corresponde a impuestos de todas las jurisdicciones, desde el gobierno nacional a los municipales. En este contexto, LA NACION consultó a expertos sobre cómo incidiría sobre los productores una baja de la carga tributaria.
Carbap viralizó un gráfico en el que se observa que el valor del producto lácteo en góndola se compone de 2% por tasas municipales, 8% de impuestos provinciales y 34% de gravámenes nacionales, lo que da el 34% mencionado antes. En tanto, el 56% restante se divide entre los costos productivos y la ganancia. Los datos son del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) y el Observatorio de la Cadena Láctea (Ocla).
Desde el Ieral, Juan Manuel Garzón señaló que aliviar la mochila tributaria
es siempre un paso adelante y explicó que la reducción de los impuestos más
vinculados al consumo mejorarían las posibilidades de vender en el mercado
interno, mientras que la de los que pesan en la producción (afectan más a los
costos) mejorarían la competitividad y las condiciones de exportación.
"El futuro de la cadena láctea pasa por el mundo; el mercado interno está
abastecido -hay poco margen para dar un salto en función de los niveles de
ingreso-. Las exportaciones están creciendo, pero todavía no alcanzan a mejorar
las condiciones del primer eslabón; si el proceso continúa y se consolida,
alcanzará a la leche cruda. Depender más del mercado externo beneficiaría a los
tamberos porque es siempre más estable que el local", dijo.
La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), con un cálculo diferente, estimó, por su parte, que el 24% del valor de la leche al consumidor son impuestos. Su economista, David Miazzo, indicó que si hubiera una baja de la carga debería alcanzar tanto a quien compra como al resto de la cadena. "Combinaría a un consumidor pagando menos y a los productores, para repartir", señaló.
De todos modos, insistió en que la poca capacidad de negociación de los tambos requiere de que se institucionalice el mercado. "Una baja de impuestos colaboraría pero en el problema que atraviesan se mezclan otras causas, como el descalce de una actividad que tiene costos en dólares y un mercado interno en pesos", precisó.
Agregó que los tambos acumulan años de crisis estructural y que -como sucede con otras actividades del campo- crece la concentración. "Hoy la producción mínima viable es más alta que hace dos décadas y la crisis encuentra al sector sin capacidad financiera para crecer en escala y en tecnología", detalló.
El consenso entre los expertos consultados es que, si por reducción de impuestos la leche se abaratara, podría aumentar el consumo y, además, la demanda de la materia prima a los tambos. La clave es, en tanto, cómo se repartiría esa devolución de recursos al sector privado.
Por: Gabriela Origlia