El Banco Central mantuvo la tasa de interés de política monetaria en el 40%. Y expresamente admitió que la pelea para bajar la inflación se puso un poco más difícil que lo que dejaban traslucir en el comunicado de política monetaria del mes pasado.
Según el acuerdo firmado con el Fondo, la inflación -idealmente- no debería superar el 27% este año para llegar al 22% anualizado en junio de 2019 y 17% a fin de año. Adicionalmente, el Gobierno tiene un margen error de dos o tres puntos. Hoy la inflación anual está en torno al 30%.
Justamente esa trayectoria es la que está mostrando resistencia a la baja. Lo acepta el propio BCRA. “El escenario base de las proyecciones del BCRA indica que la inflación núcleo de los meses de agosto, septiembre y octubre se ubicará por debajo de los registros de julio. Sin embargo, dado que se esperan aumentos de precios regulados para agosto y octubre, la inflación nivel general de dichos meses registraría descensos menores frente a julio. Las expectativas del mercado volvieron a elevarse en la última medición, aunque prevén una evolución descendente de la inflación núcleo para los próximos meses en línea con las proyecciones citadas”.
El comunicado subraya que en ese contexto “se requiere un período más prolongado de estabilidad financiera para alejar los riesgos de un traspaso mayor al previsto del tipo de cambio a los precios minoristas. El Comité de Política Monetaria también entiende que un sendero decreciente del gasto público real, sumado al compromiso asumido por el BCRA de no financiar más al Tesoro y los esfuerzos que se están llevando a cabo para reducir el exceso de liquidez del sistema, debieran comenzar a colaborar en la contención inflacionaria, aunque resulta prematuro ponderar estos beneficios en la coyuntura actual”.
El comunicado continúa así: “El BCRA mantendrá el sesgo contractivo de la política monetaria hasta que la trayectoria de la inflación, así como la inflación esperada, se alineen con la meta establecida para 2019”.
Estas precauciones coinciden con mediciones privadas que indica que será difícil que la inflación de julio se ubique debajo del 3%. Un número mejor que el de junio (3,7%) pero excesivamente alto para cumplir con el sendero inflacionario consensuado con el FMI.
En otras palabras, el tipo de cambio estable o a la baja que se observó a lo largo de julio y lo que va de agosto no alcanza por sí solo para frenar el traslado a precios de la devaluación que se observó entre fines de abril y junio.
Parecidas precauciones tomó el Banco Central en relación al ritmo de la actividad, al que ven con pocos signos de mejora en el corto plazo. “En términos de actividad económica, se espera que la normalización, tanto de la producción agrícola como de los mercados financieros, irá contribuyendo gradualmente a su recuperación. No obstante, la evidencia reciente sugiere que la misma puede tardar algunos meses. En consecuencia, se estima que en 2018 la economía se mantendrá en niveles similares al año anterior, para luego retomar su crecimiento en 2019”.
La novedad del comunicado difundido ayer es que ahora la referencia de política monetaria será la tasa que se paga el BCRA por las Letras de Liquidez (Leliq). Esa tasa reemplaza a la del centro del corredor de pases.
Las Leliq son instrumentos de deuda que emite el Central pero que solo se negocian entre el BCRA y los bancos del sistema. Es un mercado, como se ve, restringido al que no pueden acceder otros actores, como empresas o fondos comunes de inversión. El acceso irrestricto al mercado de las Lebac fue lo que terminó conformando la bola de nieve y la tensión de cada supermartes, cuando el Central debe renovar los vencimientos.
En el Central advierten que tomar de referencia la tasa de las Leliq es consecuente con la intención explicitada de reducir el stock de Lebacs.