Pese a que dirigentes justicialistas que buscan diferenciarse del kirchnerismo se entusiasman con la posibilidad de que el escándalo de los cuadernos deje a Cristina Kirchner fuera de la carrera presidencial , hay motivos para pensar que se trata de un pronóstico apresurado. No porque la causa judicial sobre las supuestas coimas por obras públicas no la amenace, sino porque ante otros episodios oscuros su núcleo duro de votantes ni siquiera se inmutó.
En julio de 2016, la Justicia comprobó que, en una caja de seguridad, Florencia Kirchner guardaba más de 4.600.000 dólares. Hay pocos hechos tan gráficos como una montaña de billetes de procedencia sospechosa. En la misma época, nos sorprendimos con las grotescas imágenes de José López buscando refugio para unos nueve millones de dólares en un convento de General Rodríguez. Pese a eso, un año después, Cristina Kirchner llegó al Senado de la Nación y a los fueros que hoy impiden su detención con el 37% de los votos del electorado bonaerense.
Analistas de opinión pública coinciden en que, más allá de la gravedad de las
investigaciones que involucran a la expresidenta de la Nación, su base
electoral, cercana al 25% en el orden nacional, no debería verse alterada. Buena
parte de esos electores tiende a comprar el relato cristinista, según el cual
ella es víctima de una persecución política. Es probable también que algunos de
esos votantes admitan que pudo haber hechos de corrupción, pero que antes se
aferren a la idea de que todos los dirigentes políticos roban en mayor o menor
medida y a la lamentable doctrina según la cual no es importante cuánto roben,
sino cuánto hagan.
Sin embargo, los hechos conocidos a partir de los cuadernos sobre el itinerario de las coimas y la actuación judicial, sumado el inminente nuevo pedido del juez Claudio Bonadio para el desafuero de Cristina Kirchner, sí acrecientan las dificultades de la exmandataria para crecer electoralmente más allá de su núcleo duro. El impacto del escándalo también pone en duda la simple visión de dirigentes kirchneristas para quienes el adverso contexto socioeconómico actual regeneraría las condiciones para el regreso de Cristina al poder.
Claro que el hecho de que no pueda imponerse en un hipotético ballottage de
ningún modo le resta a la actual senadora chances de competir electoralmente y
contribuir a la atomización opositora. Si esto fuese la preocupación de
representantes del autodenominado "peronismo racional", como los Pichetto o los
Urtubey, estos tendrían a mano una alternativa como el desafuero, que terminaría
con la carrera electoral de Cristina y podría llevarla a la prisión. Pero, al
menos por ahora, no se animan a dar ese paso.
Por: Fernando Laborda