La unificación del mercado cambiario y la reducción y eliminación de las retenciones a los granos (progresiva en el caso de la soja), dispuestas por el presidente Mauricio Macri en diciembre de 2015, fueron la primera y crucial decisión de su gobierno al comienzo de su mandato.
El objetivo era inequívoco y central para el futuro del país: impulsar el extraordinario potencial del complejo agroindustrial alimentario argentino, el tercero del mundo junto con Estados Unidos y Brasil, y el primero en capacidad innovadora, surgida del cruce de la biología y el conocimiento avanzado, que es hoy la vanguardia del capitalismo contemporáneo bajo el nombre de “bioeconomía”.
La decisión de Macri se basó en estos hechos: el aporte del complejo agroindustrial alimentario a la economía argentina asciende a 20.000 millones de dólares por año, que es el promedio de las últimas dos décadas.
Por eso más de dos tercios de las exportaciones (66% en 2017) son productos agroalimentarios, sobre todo industriales (aceites y harina de soja). La harina de soja es el principal insumo para la alimentación animal en el mundo, y la Argentina responde por más de 70% de las ventas globales.
La segunda decisión de Macri, de igual importancia estratégica, fue el acuerdo con los acreedores hold outs o fondos buitres (abril de 2016), que le permitió al país volver a insertarse en el sistema financiero internacional tras 18 años de aislamiento, y cuando experimenta una extrema hiperliquidez con las tasas de interés más bajas de la historia (0,5% / 1,5% anual).
Esto permitió desarrollar el mayor programa de infraestructura (rutas, ferrocarriles, puertos) de los últimos 50 años en la Argentina, mediante el programa de financiamiento público y privado (Participación Pública Privada /PPP).
La bioeconomía argentina muestra los siguientes términos en 2018: el área sembrada para la cosecha de trigo supera las 6 millones de hectáreas, que equivale a una producción de 18,5 millones de toneladas con una inversión de 2.100 millones de dólares.
Hay que prever una cosecha récord de trigo en diciembre de 2018 que proveerá un ingreso al país de 4.500 millones de dólares.
Sin sequía, y con un dólar a $ 30, lo previsible es una cosecha récord de granos de 143 millones de toneladas en el ciclo 2018 / 2019, con un área sembrada de 37 millones de hectáreas, que incorpora dólares genuinos por 16.243 millones de dólares, consecuencia de una inversión de más de 10.000 millones de dólares realizada con fondos propios por los productores argentinos.
La cadena ganadera también suma. La Argentina exportará 435.000 toneladas de carnes en 2018, y destinará la mitad al mercado chino.
Las carnes argentinas son productos “premium” en la República Popular, y su principal consumidor es la nueva clase media china de 440 millones de personas con ingresos comparables a los de Estados Unidos (U$S 35.000 / U$S 45.000 anuales).
La Argentina disputa a partir de ahora con Australia la primacía en el mercado de carnes de la República Popular, que está en plena expansión y desarrollo.
La disminución y eliminación de las retenciones granarías resuelta en 2015 por Macri nada tiene que ver con el problema fiscal o el FMI. Fue y sigue siendo una cuestión estrictamente productiva, de interés nacional prioritario.