En Córdoba, el que apostó al maíz consiguió mitigar en mayor parte el durísimo golpe que implicó la sequía, que derrumbó los rendimientos. En un campo propio, la soja logró un margen bruto de 225 dólares por hectárea (64 dólares menos que el ciclo anterior), con un rinde promedio de 20,5 quintales por hectárea, según un estudio de la Bolsa de Cereales cordobesa.
El maíz, en cambio, con un rinde medio de 65 quintales por hectárea consiguió un margen bruto de 327 dólares por hectárea en un lote propio, una cifra que está 102 dólares por encima de la oleaginosa. “El aumento en la cotización del cereal, en conjunto con la disminución de los costos, compensó el menor rendimiento”, explican los especialistas de la Bolsa cordobesa.
Es que a pesar de que el cereal perdió 20 quintales de rinde por la sequía, “el precio del cereal repuntó durante la cosecha y alcanzó los 160 dólares por tonelada, con un crecimiento interanual de 24 dólares por tonelada”.
La soja registró un valor promedio de 305 dólares por tonelada en la cosecha -el mayor valor de las últimas cuatro campañas- que no fue suficiente para compensar la fuerte caída de los rendimientos por la sequía y los excesos hídricos antes de la trilla.
En un lote arrendado, los números del maíz quedaron al límite y los de la soja “en rojo”. En el caso del cereal, el rinde de indiferencia -el que hay que lograr para “salvar” los costos- fue de 64,5 quintales por hectárea; es decir, casi idéntico al promedio que obtuvieron los agricultores cordobeses (65 quintales). Por eso, el margen bruto fue de apenas 6 dólares por hectárea.
A los que hicieron soja en un campo alquilado les fue peor: perdieron unos 95 dólares por hectárea. “Comparando con campañas previas, la campaña 2017/18 para soja cierra con uno de los peores resultados, tanto en campo propio como campo arrendado, hecho que se agrava en esta última opción al ser un resultado de quebranto, situación que no sucedía desde la campaña 2011/2012”, recuerda el informe.