Los especialistas coinciden en que estamos frente a la 4.° Revolución Industrial y enfatizan la idea de una creciente digitalización con herramientas como de la inteligencia artificial, el Big Data y el Machine Learning. Frente a este cambio de paradigma se dividen las opiniones.
De un lado, están quienes defienden los beneficios que aporta una inteligencia superior para facilitar la toma de decisiones estratégicas. Del otro, los que alertan sobre el riesgo de un desempleo generalizado causado por la automatización de los puestos de trabajo. El debate está abierto y los expertos se reunirán en un ciclo de charlas-debate organizado por el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL), del Sector de Integración y Comercio del BID y el INTA el próximo 12 de julio en el barrio porteño de San Telmo.
Kevin LaGrandeur –profesor del Instituto Tecnológico de Nueva York (NYIT) y uno de los expositores del encuentro–, escribió en su libro “Sobrevivir a la Era de la Máquina” que “según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD), la automatización de algunas tareas en un trabajo no conduce necesariamente a la automatización de todo el trabajo”.
Sin embargo, también aludió en su libro a una estimación realizada por la empresa de investigación tecnológica Gartner que predijo que “los robots y las máquinas inteligentes reemplazarían un tercio de los trabajos de Estados Unidos para 2025”.
En la misma línea, otros economistas y expertos, a los que hace referencia LaGrandeur, señalan que cada vez hay menos habilidades humanas capaces de ser realizadas de un modo más económico y eficiente que las ejecutadas por las máquinas.
En contraposición con estas ideas, Federico Marty –responsable de la plataforma global de datos e Inteligencia Artificial de Microsoft Argentina y participante de la charla-debate– aseguró: “Las máquinas, por sí solas, no saben nada. Aprenden lo que les enseñamos y, gracias a eso, van ´entendiendo´ comportamientos para predecir inconvenientes o necesidades que facilitan el proceso de toma de decisiones”.
Para Marty, la IA llegó para asistir los procesos actuales, no para reemplazarlos. “No creo en la necesidad de que las máquinas sustituyan el conocimiento y la experiencia de quienes las manejan, sino más bien en el acompañamiento que pueden darnos a fin de facilitarnos las tareas”, sentenció.
A favor de esto, LaGrandeur se mostró esperanzado al asegurar que “la historia muestra que las revoluciones industriales engendran una gran cantidad de nuevos empleos que evolucionan desde la base de la revolución misma, de la tecnología que lo causó. Esperamos que esta tendencia histórica continúe”.
Una 4.° Revolución, en marcha
De acuerdo con Marty, estamos frente a la 4.° Revolución Industrial en la que la Inteligencia Artificial (IA) es protagonista, como así también la innovación. “Vivimos la cotidianeidad rodeados de IA y, sin ser conscientes de ello, generamos grandes volúmenes de datos, tanto como individuos conectados, como la producida por los mismos dispositivos que utilizamos”, señaló el técnico de Microsoft.
“Sólo mediante herramientas tales como la IA, el Big data y Machine Learning es posible captar y procesar en tiempo real la gran cantidad de datos”, aseguró.
Por su parte, Gustavo Beliz –director del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL-BID)– consideró a la revolución 4.0 como “un nuevo escenario productivo” en el que conviven una gran variedad de tecnologías capaces de borrar los límites entre lo físico, lo digital y lo biológico, al tiempo que generan una fusión entre estos tres planos y un cambio de paradigma.
“El análisis de datos y la toma de decisiones en tiempo real impactan positivamente en la eficiencia de toda la cadena de valor y las plataformas digitales permiten ampliar mercados y compartir información con el ecosistema productivo”, explicó el director de INTAL-BID.
La Inteligencia artificial, al servicio del agro
“Estas tecnologías permiten que los productores sean capaces de anticiparse a eventos naturales, enfermedades o plagas para agilizar los procesos y tomar las mejores decisiones”, puntualizó Marty y agregó: “No hay una única herramienta capaz de mejorar la actividad agropecuaria, es una combinación de todas, dado que se complementan”.
Sin embargo, para Ana Inés Basco –especialista en Integración y Comercio de INTAL-BID–, “la IA, el Big Data y la robótica son las tecnologías que tienen mejores perspectivas en el sector agropecuario que permitirán monitorear las producciones, relevar imágenes y realizar una aplicación de insumos eficiente a fin de lograr una agricultura de precisión”.
De acuerdo con la especialista, “la promesa de la IA es permitirle al sector agropecuario duplicar la producción de un modo sustentable y gestionar el negocio de manera más rentable”. Para esto, serán clave la biotecnología, la robótica y tecnologías como la IA, el Big Data, la simulación y la geoestadística.
En esta línea, Beliz fue más allá y aseguró que “al procesar todas las variables, interpretar el contexto, simular escenarios y realizar prospectiva, la IA permite detectar cuál es la combinación de insumos que mejor se adapta a cada necesidad. Así, podremos hacer más eficiente el uso de los recursos escasos y ser más sustentables”.
Marty advirtió sobre la necesidad de “ser prudentes y responsables” para una correcta implementación de la IA. Es que, según Marty, “es una tecnología tan poderosa como compleja que mal interpretada puede ser contraproducente”.
“Es imperante que los organismos estatales de ciencia y tecnología como el INTA, además de las empresas privadas, acompañen a los agricultores en el proceso de implementación de estas herramientas”, señaló al tiempo que destacó la importancia de establecer normas, pautas y validaciones para imposibilitar su mal uso.
En esta línea, Beliz subrayó la importancia del acompañamiento que deben ejercer organismos como INTAL-BID. “Es clave la colaboración con el sector público y académico, al tiempo que es fundamental desempeñar el rol de facilitador, impulsador y agente financiero de la adopción y desarrollo de nuevas tecnologías en América Latina”.
Robots, cerca del campo argentino
El INTA creó al robot Inau –voz que en mapuche significa “encuentro”–, capaz de desplazarse por el invernadero, diseñar sus actividades, hacer mapas 3D, aplicar fitosanitarios y fertilizar; pero pronto podrá cosechar, cortar y podar, entre otras actividades. Su autonomía le permite eludir obstáculos, transportar insumos y, además, medir humedad, temperatura y radiación.
Con esta creación, el productor se vería beneficiado económica y productivamente: “La idea es identificar las plantas y determinar con qué tipo de cultivo se trabaja para tomar mejores decisiones a futuro”, explicó Ricardo Garro –creador del robot y especialista del INTA Anguil, La Pampa, y expositor en la charla-debate–. Así, se trabajaría con mayor precisión mediante la aplicación de las dosis justas de agua y fertilizantes de acuerdo a la necesidad de cada planta.
Ricardo Garro, coordinador del laboratorio de robótica –que funciona en el INTA Anguil desde el 2010–, señaló: “Uno de los desafíos más grandes con los que nos enfrentamos cuando encaramos este tipo de proyectos tiene que ver con la accesibilidad y el manejo; es decir, que a un productor no le resulte difícil programarlo para las tareas que necesite”.