En cinco años, en 2023, se empezará a comercializar en la Argentina un sistema que desarrolla en alianza una empresa dedicada al control de malezas junto a otra de germoplasma (semillas) y una de agroquímicos.
El producto final apuntará a cultivos resistentes a más de un herbicida a la vez por estar modificados por edición genómica, no por transgénesis. La edición génica es una tecnología no transgénica que permite hacer cambios dirigidos en las plantas para seleccionar puntos de interés. No debe pasar por los procesos regulatorios de transgénesis, con lo cual es más rápida y se estima que se ahorra un 80% en el desarrollo de un producto.
Carlos Pérez es director de Bioheuris, una empresa de Rosario que hace dos
años inició la investigación ya asociada a otras firmas para terminar de cerrar
la lógica del negocio. Están trabajando en soja y sorgo e iniciando las tareas
con trigo.
"Muchos herbicidas inhiben una proteína esencial para la vida del cultivo y por
eso se mueren; actúan con la misma lógica que en las malezas -explicó a LA
NACION-. Lo que hacemos es modificar la secuencia de la proteína pero sólo en el
cultivo, de esa manera el agroquímico puede controlar la maleza sin
perjudicarlo".
Señaló que, a nivel comercial, sólo hay en el mercado una canola con edición génica desarrollada por una empresa de los Estados Unidos. "Es una tecnología que, introducida a la semilla, permite al mismo tiempo resistir a más de un herbicida".
En Argentina, investigadores del Inta Balcarce editaron el genoma que causa el pardeamiento enzimático de las papas; altera las propiedades nutricionales y su calidad. Es un logro que despierta interés en procesos de industrialización pero que no se comercializa, dijo.
Bioherius es una empresa de valor agregado. "Todo lo que hacemos es conocimiento y, para no quedar sólo en el campo de la investigación, es que nacimos con la sociedad ya conformada para diseñar un producto final acompañado por todas las partes", señaló.
La firma surgió de la mano de emprendedores científico-tecnológicos. Además de Pérez, son fundadores Lucas Lieber; Rinaldo Gosparini y Hugo Permingeat, con experiencia en proyectos de innovación. Tiene sus instalaciones en Rosario. Al equipo científico tecnológico lo integran Ana Paula Alessio, Mónica Morata, Mariano González, Maximiliano Gómez y Mariana Mazzei.
Pérez viene del rubro de la bioquímica, con un doctorado en el área de la microbiología y posdoctorado en el International Center of Genetic Engineering and Biotechnology, Italia. Entre otras funciones, fue gerente de proyectos Biotecnológicos en Bioceres e Indear y Stewardship Regional Manager (LATAM) en Bayer Crop Science.
La firma cuenta con una plataforma tecnológica no-OGM que combina cultivo in
vitro de tejidos vegetales, evolución dirigida de blancos de herbicidas y
edición genómica de cultivos de interés agronómico. Pérez indicó que el
glifosato dejó de ser completamente efectivo, "por lo que es necesario
introducir otras resistencias; ese es el objetivo".
Por: Gabriela Origlia