La autorización de importar soja tolerante a dicamba, que se publicó en el Boletín Oficial el mes pasado, ha generado algunas confusiones; en rigor, el permiso no es para sembrar como semilla sino para que, como grano, pueda ser procesada por la industria.
Se trata de un desarrollo de Monsanto -empresa que a pasó a formar parte de Bayer y no mantendrá su nombre comercial- que en Argentina ya tuvo ensayos pero no fue lanzada comercialmente porque la compañía entiende que la actual Ley de Semillas no protege adecuadamente la propiedad intelectual de la biotecnología.
Entonces, en virtud de la sequía que recortó la cosecha de soja de 55 a 37 millones de toneladas, la Secretaría de Alimentos y Bioeconomía del Ministerio de Agroindustria de la Nación publicó a principios de junio la resolución 30/2018, por la cual aprobó la importación de esta variedad sojera.
El texto resolutivo es claro en relación a que se trata de “la comercialización del grano de soja y de los productos y subproductos derivados de éste, proveniente de los eventos MON-877Ø8-9 x MON-89788-1 y su parental MON-877Ø8-9, con el objetivo exclusivo de ser utilizados como materia prima para su procesamiento agroindustrial y con fines de uso alimentario humano y animal, solicitada por la firma Monsanto Argentina SRL”.
El riesgo, entonces, es que algunos crean que pueden sembrar estos granos, que por la condición de autógama de la especie pueden utilizarse como semillas. En términos agronómicos, además de la tolerancia a dicamba esta semilla validada en Estados Unidos también tiene el gen RR; es decir, es resistente a las aplicaciones de glifosato. Esta cualidad de combinar más de una característica deseada en una única planta, por cruzamiento transgénico, en la agroindustria y en la ciencia, se conoce como genes apilados (stacked, en inglés).
Esta soja autorizada por el Gobierno es la 13° de la historia, desde la pionera RR de 1996, introducida en Argentina por Nidera. Y la segunda del año, luego de la tolerante a los herbicidas isoxaflutole, glifosato y glufosinato de amonio, de Bayer, que se aprobó a principios de marzo.