En una campaña histórica de trigo, que ocupará un área récord de 6,1 millones de hectáreas, parece interesante escuchar una voz distinta que recuerda el rol complementario de la arveja, que en forma individual no puede competir con el margen del cereal pero que potencia la rotación y logra una rentabilidad muy interesante -por sus ventajas como cultivo antecesor- en la secuencia con soja o maíz.
“Tenemos medido que la soja rinde un 25% más cuando el cultivo anterior fue la arveja y en el caso del maíz los rendimientos aumentan entre 2.000 y 2.500 kilos por hectárea”, destacó Gabriel Prieto, en diálogo con Clarín Rural. Es experto en legumbres del INTA y jefe de la agencia de extensión del INTA en Arroyo Seco (Santa Fe).
La arveja como antecesora tiene dos ventajas importantes: la primera, que consume menos agua que el trigo (el 60% de lo que utiliza el cereal) y deja el segundo metro del perfil de suelo con toda el agua disponible para el maíz, por ejemplo. “La otra ventaja es que el balance de nitrógeno que queda luego de la arveja, en comparación con el trigo, es menos negativo”, aseguró el especialista del INTA.
Entonces, la legumbre le deja más agua y nitrógeno al maíz y en el caso de las soja -además de estas dos ventajas- también hay que sumar que permite anticipar la fecha de siembra de la oleaginosa entre 15 y 25 días. Estos son los argumentos que explican el diferencial de rinde que se se logra en el cultivo de verano.
Los que se animen a probar todavía tienen tiempo. La ventana de siembra de la arveja comienza en una semana en la zona núcleo (las lenteja, otra legumbre que ofrece estas ventajas, ya se comenzó a implantar).
“En el sur y el sudeste de Buenos Aires, la arveja tiene un potencial realmente muy alto porque permite la inclusión de un cultivo de verano más exitoso que sobre trigo, al liberar el lote antes”, insistió Prieto.
Con el objetivo de demostrarles estas ventajas a los productores, en la provincia de Buenos Aires, el Ministerio de Agroindustria bonaerense va a realizar ensayos en cuatro chacras, que están ubicadas en localidades como Chascomus, Miramar y Coronel Suárez, entre otras.
“Lo mismo que digo para la arveja es válido para el garbanzo y la lenteja, pero hay algunas dificultades. En el caso de lentejas, el mercado esta bastante más restringido y en el garbanzo el problema es que en la zona núcleo hay dos enfermedades que complican: fusariosis y rabia. Por eso, esta legumbre se siembra en regiones más seguras, como el centro norte de Córdoba y Salta”, contó el especialista.
En el mediano plazo, la arveja va a contar con nuevos materiales que se están desarrollando a partir de un convenio entre el INTA y la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
“Los cultivares están en la fase de ampliación de volumen en el INTA Oliveros para luego ser inscriptas en el Inase. La idea es obtener variedades verdes, que pueden satisfacer la demanda de determinados mercados; por ejemplo, Brasil”, adelantó Prieto. La meta es que estén disponibles comercialmente para la campaña 2019/20.
La idea de sumar las legumbres en la rotación supone diversificar e intensificar el planteo tradicional de secuencias de cultivos, que suele estar volcado a la rotación trigo - soja y después maíz de primera (son tres cultivos en dos años).
“Con la arveja, se pueden hacer cinco cultivos en cuatro años, a partir de la secuencia trigo - soja, arveja - maíz, y por último soja de primera, con un índice de intensificación más elevado”, concluyó Prieto. También contó que desde hace varias campañas hay jugadores importantes como AFA, ACA y Los Grobo que participan del mercado de las legumbres, lo que le da mayor seguridad a la comercialización.