En el Hipódromo de San Isidro ayer el vareo pareció acelerarse. No había competidores, pero sí una carrera importante por ganar: convencer a la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, de que revea un recorte de fondos de ayuda a la actividad.

Todos los días, de lunes a lunes, la jornada comienza bien temprano en este lugar. No hay feriados ni fines de semana. Sin embargo, ayer no fue un día cualquiera. La rutina debió suspenderse antes del mediodía, solo por un rato, para una protesta simbólica que unió a toda la actividad, desde entrenadores y jockeys hasta propietarios de caballos. Por la ley 13.253, la provincia de Buenos Aires prevé que un porcentaje de las ganancias de las máquinas tragamonedas conforme un llamado fondo de reparación para la actividad. Eso se hizo para compensar el impedimento a los hipódromos de instalar casinos propios, a diferencia de lo que ocurre con el Hipódromo de Palermo.

En febrero pasado, Vidal recortó del 12 al 9% la ayuda y luego mandó un proyecto a la Legislatura para que finalmente quede sin efecto para diciembre de 2019. La gobernadora busca que la actividad se financie con recursos genuinos. Prometió soluciones que no seducen al sector: exenciones impositivas a hipódromos y agencias, que no podrán cobrar adicionales (10%) en las apuestas. Frente a esta situación, en el hipódromo se hizo un emotivo desfile con protagonistas de hoy y de ayer de la actividad. Irene Guimaraes fue jocketa. Hace más de 40 años corrió su primera carrera. Hoy sigue vinculada a la actividad como intermediaria en la compraventa de caballos. "Debemos buscar un resultado consensuado y de manera paulatina", dijo sobre la medida. "La Argentina es el cuarto productor mundial de caballos de carrera, con unas 8000 pariciones anuales. Pero si sale esta ley, el que cría diez caballos va a criar la mitad", expresó.