Luis Caputo estrenó su cargo con una reunión con banqueros. Fue ayer, entre las 8 y las 9 de la mañana. Salió de ese encuentro cuando arrancaba la conferencia de prensa del ministro de Hacienda Nicolás Dujovne. Y hasta el cierre del mercado, se instaló en la mesa de operaciones del Banco Central, para seguir en tiempo real qué pasaba con el tipo de cambio.
La idea de Caputo fue contarles a los banqueros que su prioridad, hoy por hoy, es sacarle volatilidad al mercado cambiario para luego, con más calma, restablecer la confianza que el mercado le perdió en estas semanas convulsionadas al plan económico en general, pero en particular al Banco Central. Lo interesante de este encuentro es que, lejos de la formalidad, Caputo aceptó un debate franco con sus interlocutores. Si bien percibió que su presencia en el Banco Central fue recibida con beneplácito por los banqueros, abrió los oídos a sugerencias. Y algunas de ellas pueden causar mucho ruido.
Sobresalieron dos: le pidieron apostar a fijar el tipo de cambio hasta que amaine la tormenta, y ser más riguroso con los plazos para liquidar divisas del comercio exterior.
Un banquero, según le contaron a Clarín, le sugirió que para atacar el problema de volatilidad el Gobierno debía olvidarse por algunas semanas (“90 días”, fue el plazo mencionado) de la flotación cambiaria y directamente “clavar el tipo de cambio” en un valor determinado, que no necesariamente estaría muy alejado de los $ 28 pesos, el precio al que se negoció ayer en el mercado mayorista.
No quedo claro si ese tipo de cambio se fijaría con un techo (como el que se uso hasta la semana pasada para contener el dólar a no más de $ 25), o utilizando fondos de las reservas o del FMI.
Consultado por este diario, un ministro del ala política del Gobierno aceptó que ese es un camino a explorar para terminar con la crisis.
Caputo no dijo ni que sí ni que no, porque como les había advertido a sus invitados, quería establecer un “ping pong”, un ida y vuelta para que le dieran impresiones, lo más sinceras posibles, de cómo estaban viendo el panorama económico y financiera. No es una sugerencia fácil de digerir. El Gobierno se acaba de comprometer ante el FMI a respetar esta regla: “flotación libre con intervenciones puntuales para atacar eventos disruptivos”. Jueves y viernes fueron dos días de flotación libre. En 48 horas el dólar subió más del 8%.
El otro consejo que se llevó Caputo de esa reunión es que deberían darles menos tiempo a los exportadores para liquidar sus divisas. Así, el Gobierno debería volver sobre sus pasos en una medida concreta que tomó en enero de 2017, cuando por decreto autorizó a que la liquidación de exportaciones se puede hacer en un plazo de hasta 10 años desde el momento en que se produce la operación. Por entonces se dijo que era una medida para beneficiar al sector agropecuario.
“Eso era algo aceptable cuando al país le sobraban dólares -en buena medida por la colocación de deuda y por las divisas que entraban para hacer carry trade- y presionaban a la baja al tipo de cambio. Pero ahora lo que sufrimos es una sequía de divisas” dijo a Clarín uno de los banqueros que participó de la reunión. El tema saltó cuando se intercambió información sobre qué chances ciertas había de que las cerealeras vuelquen al mercado unos US$ 4.000 millones de dólares, como se especula en estas horas.
Los banqueros habían sido convocados al Salón Belgrano que está ubicado en el quinto piso del Palacio de Hacienda. Las reuniones a las 8 de la mañana entre el Banco Central y gente de los bancos se habían convertido en una rutina en los últimos días. El lunes, el ex titular del BCRA, Federico Sturzenegger había hecho lo propio con las entidades de Adeba (bancos privados nacionales). El viernes pasado, los convocados fueron los de ABA (extranjeros).
La reunión fue numerosa. Estuvieron el presidente de ABA (bancos extranjeros) Claudio Cesario; de Adeba (bancos nacionales) Javier Bolzico; Javier González Fraga (Banco Nación); Enrique Cristofani (Santander); Ezequiel Carballo (Macro); César Blaquier (Itaú); Nerio Petiado (Supervielle); Facundo Gómez Minujin (JP Morgan); Raúl Seoane (Vice del Galicia); Julio Figueora (Citi) Joao Nobrega Pecego (Patagonia) y Juan Nápoli (Banco de Valores), entre otros.
En medio de ese “ping pong”, Caputo les explicó cómo se administrarán los fondos que vayan llegando del FMI. Hubo muchas preguntas sobre el futuro de las Lebacs, pero Caputo reiteró lo que había contado días atrás: que el Tesoro emitirá deuda y con lo que embolse le comprará letras intransferibles al Banco Central. Con los pesos que reciba, el BCRA las irá rescatando Lebacs. Todo, reiteró, para mejorar la hoja de balance del Banco Central. Sobre este punto, un banquero advirtió que no podían esperar que sean solo los bancos los que compren esa deuda.
Tras la reunión, Caputo se metió en la mesa de operaciones del Banco Central, donde trabajó en forma coordinada con el Subgerente General de Operaciones Agustín Collazo, quien durante toda la gestión Sturzenegger tuvo a su cargo tanto el manejo de la mesa como la administración de las reservas del BCRA.
A las 10, cuando empezó a moverse el dólar, testearon si la demanda era acompañada por mucho volumen o no. Caputo es de los que cree que al dólar hay que dejarlo subir -overshooting- para luego esperar el retroceso que lleve a la estabilidad. Un ex colaborador del ministro lo describe así: “Es el más tranquilo de todos cuando hay volatilidad en el mercado, porque durante 30 años vivió de hacer eso”.
Un hecho llamativo de lo que ocurrió en esta reunión, según confió uno de los presentes, es el desconcierto imperante. “Nadie entiende muy bien cómo llegamos hasta acá”.