Los efectos climáticos sobre la producción agrícola argentina todavía se
siguen sumando. Por la prolongada sequía de cuatro meses, la cosecha de soja se
redujo a 36 millones de toneladas, 37% menos que el ciclo previo. A eso se
sumaron los problemas de calidad que presentó el poroto dado que buena parte de
la cosecha debió afrontar casi un mes de lluvias persistentes, alta humedad y
calor inusual.
Así, el panorama sojero local quedó lejos de la media histórica y de los
pronósticos que se tenían en el inicio de la campaña, en la primavera pasada,
impulsada también la entrada en vigencia desde enero pasado del esquema de baja
mensual de las retenciones al complejo sojero (0,5% mensual, desde junio está en
27%).
La situación derivó en do escenarios bien identificados: por un lado la
industria aceitera se focalizó en tratar de garantizarse utilización de la
capacidad instalada durante todo el año, procesando la mayor cantidad de soja
disponible a nivel local e incrementando las importaciones del producto, incluso
desde Estados Unidos.
Así, según cálculos del Departamento de Agricultura estadounidense (Usda, por
sus siglas en inglés), por los daños climáticos y porque Argentina procesa gran
parte de la soja que produce anualmente, las exportaciones locales de soja sin
procesar sumarán este año 4,2 millones de toneladas.
Así, por primera vez en la historia, Argentina embarcará menor volumen de
soja que Paraguay. Para el vecino país, el Usda estimó exportaciones de soja en
6,3 millones de toneladas.
Paraguay ostenta el 3% de la oferta mundial de soja, y su producción de la
oleaginosa se caracteriza por su alto contenido proteico, que los hace
especialmente atractivos para la industria argentina.
En ese sentido, las compras de soja paraguaya para procesar (bajo el régimen
de importación temporaria) son habituales y este año se reforzarán, justamente
por la caída en volumen de la cosecha y la calidad de buena parte de los granos
finalmente cosechados.
Desde la industria aceitera local calculan que para este ciclo agrícola (que
se extiende entre abril pasado y marzo próximo) se importarán entre 4 y 5
millones de toneladas de soja para que el sector pueda operar, e incluso habrá
capacidad ociosa en torno a 12% o 14% (contra 30% del año pasado). De ese total,
ya se adquirieron 560.000 toneladas en EE.UU., con fecha de arribo para la
primavera.
Más allá de las compras en EE.UU. y en Brasil (120.000 toneladas en abril),
la mayor parte de esa soja importada vendrá desde Paraguay, que es
históricamente el principal proveedor del poroto que importa Argentina como
materia prima para mezclar con la soja local y convertirla en harinas y aceites
que luego tienen, casi en su totalidad, destino de exportación.
Paraguay superó las 10 millones de toneladas de producción sojera el año
pasado y se prevé que repetirá esa marca en esta campaña, consignó la agencia
Reuters. Además de exportar poroto a Argentina, también lo envía a Uruguay;
Europa; Rusia y Turquía. De acuerdo con las proyecciones del USDA, la tendencia
normal debería volver en la próxima campaña, para la que el organismo
norteamericano estima envíos argentinos en torno a 8 millones de toneladas y en
5,9 millones de toneladas para Paraguay.
En el vecino país, en tanto, apuntan a duplicar la producción sojera hacia 2028, avanzando con la siembra de la oleaginosa en la amplia y árida región occidental paraguaya conocida como el Chaco. "Si esa región se pone en línea podríamos producir 60% más de soja que ahora", indicó el presidente de la Unión de Gremios de la Producción de soja (UGP), Héctor Cristaldo.