El desafío es mirar “más allá del horizonte”, más allá de la ecuación económica de una campaña, para no seguir agravando la perdida de nutrientes en los lotes y comprender que a largo plazo es más rentable rotar y fertilizar. Es el eje que plantea Adrián Correndo, asistente agronómico del Instituto Internacional de Nutrición de Plantas (Ipni, por sus siglás en inglés).
“Todos vivimos del mismo capital que es el suelo y los recursos se están degradando. En el norte de Buenos Aires, por ejemplo, hace 20 años no era raro encontrar campos con 4% o 3% de materia orgánica y hoy son excepciones”, advirtió el especialista, en una entrevista con Clarín Rural. Con el fósforo, la tendencia es similar: de 40 a 50 partes por millón se pasó a entre 10 y 15 partes por millón en solo dos décadas.
Las causas son múltiples. Influyen los años de “refugio en la soja” -que es un cultivo más extractivo que los cereales- y también los arrendamientos de corto plazo y “a ciegas”, sin análisis de suelo que determine el balance de nutrientes al ingresar al campo y cómo queda después del esquema de cultivos que llevó adelante el arrendatario. Hay que tener en cuenta que más del 60% de la cosecha argentina se produce en campos alquilados.
“En la Argentina se hace poco análisis de suelo, a pesar de que es una herramienta que permite reducir la incertidumbre al momento de fertilizar. Es un costo de solo 2 dólares por hectárea que luego ayuda a definir como invertir 50 dólares en fertilización por hectárea”, estimó Correndo.
Las proyecciones que auguran un crecimiento del área triguera son una buena noticia para el suelo. Es que el cereal de invierno se suele hacer con buenos niveles de fertilización, aporta carbono y le da sustentabilidad a la rotación. “Los productores aprendieron que sin nitrógeno se pierde potencial de rinde y buenos niveles de proteína. Un estudio que hizo Fertilizar precisó que alrededor del 90% de los productores fertilizan con unos 200 kilos el trigo”, destacó el especialista.
Hay otra buena noticia: por el aumento de las cotizaciones, con menos granos se pueden comprar más fertilizantes. “Es una buena campaña para ponerse al día -reconoció Correndo-, pero el tema es más profundo y se necesita una legislación marco para los arrendamientos y el uso del suelo, una estructura institucional que proteja un recurso estratégico”.
Es una legislación que podría establecer análisis de suelo obligatorios, rotaciones sustentables, esquemas de arrendamientos equilibrados, que no profundicen el balance negativo de nutrientes, y estímulos para los que reponen y hacen los deberes.