En un mensaje con cierto tono autocrítico y dirigido a los despachos del FMI
en Washington pero también al poder político de la provincia, el presidente
Mauricio Macri anunció ayer en conferencia de prensa que "acelerar" la baja del
déficit fiscal constituirá el gran desafío de su gestión tras haber superado la
turbulencia financiera de las últimas semanas. Satisfecho, un día después de
haber contenido la corrida cambiaria y en medio del avance de las negociaciones
con el Fondo, el jefe de Estado dejó en claro que la reducción del déficit será
la herramienta fundamental de su administración en los tiempos que vienen, una
apuesta en la que buscará comprometer a los gobernadores a través de un Gran
Acuerdo Nacional.
Macri, además, convocó a conferencia de prensa en Olivos después de haber
ampliado la mesa política con el retorno del titular de la Cámara de Diputados,
Emilio Monzó, y la incorporación de radicales como Ernesto Sanz, Gerardo Morales
y Alfredo Cornejo, en el objetivo de fortalecer la base de sustentación política
de su gestión.
Así, una vez ante los medios, consideró "superada la turbulencia cambiaria".
Pero a su vez, sostuvo que la Argentina debe "profundizar" la reducción del
gasto público porque "no se puede gastar toda la vida más de lo que se tiene".
El mandatario develó que esa urgencia está vinculada a una debilidad. "No hay
tanta vocación por prestarnos dinero", comentó en línea con los últimos
discursos en los que habló de la alta dependencia de crédito externo que tiene
su gestión. De ahí que el Gobierno está enfocado en conseguir la asistencia del
FMI, que mañana se reunirá para analizar el pedido argentino.
En la conferencia, Macri dio a entender que la negociación con el Fondo sería
el eje rector de los próximos movimientos. Según el jefe de Estado, la única
condicionalidad que pondrá el organismo multilateral se concentrará en la
reducción del gasto. "Ellos nos van a decir en qué número nos sentimos como para
reducir el déficit fiscal; nos van a hablar de un número", aseguró, como si ya
estuvieran las negociaciones avanzadas.
De ahí su insistencia en la idea de "profundizar" la baja del déficit. En
primera fila, los vicejefes de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui,
asentían.
Pero también negaban con la cabeza que el Fondo vaya a plantear recortes
laborales o cambios en el tipo de cambio. En la misma fila se ubicaron también
estaba el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el ministro del Interior, Rogelio
Frigerio, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, para escuchar
las palabras del Presidente.
En las próximas semanas, Macri abocará a conseguir el respaldo de los
gobernadores para consensuar la baja del gasto, a fin de no tener que apelar a
recortes en jubilaciones o salarios, tal como había aconsejado el Fondo. A su
vez, el FMI había encomiado a la Casa Rosada a reducir las transferencias a las
provincias en su último informe de diciembre de 2017. Entonces, el objetivo de
Macri será que los caciques provinciales acepten redactar el Presupuesto 2019
junto a la Casa Rosada y que allí se comprometan con recortes que podrían
afectar sus distritos.
Ante los medios, Macri también mostró que su puja por vetar cualquier ley que
frene el aumento en las tarifas sería un gesto dirigido al mercado. "Esto es lo
que lleva a que la gente dude si de verdad estamos comprometidos en reducir esta
mochila, el déficit, entonces tenemos que ser responsables", planteó. Por tanto,
el Ejecutivo defenderá el aumento de tarifas como prenda de cambio para luego
poder negociar con los gobernadores una reducción del déficit.
El discurso presidencial también dejó espacio para la autocrítica. "Nos
pusimos metas demasiado optimistas y alguna gente se irritó con eso", advirtió.
Pero fue más lejos y aceptó que el cambio de metas de inflación, el 28 de
diciembre pasado, fue otro error del Gobierno. Ese día, Peña, el ministro de
Hacienda, Nicolás Dujovne, y el de Finanzas, Luis Caputo, avanzaron sobre el
territorio del presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, en plena
conferencia de prensa. "Desde el 28 de diciembre, hemos tenido problemas de
coordinación entre el gabinete económico y el Banco Central", reconoció, en
línea con lo que viene advirtiendo Sturzenegger desde que lo expusieron en Casa
Rosada aquella mañana de fin de año. La frase se leyó como un respaldo al
titular del BCRA.
En efecto, Macri reconoce que hay internas en el oficialismo aunque dejó
afuera de la pelea a la pata política que encabeza Peña. Pero para calmar las
aguas, "ratificó al equipo económico" y negó cambios inminentes en su staff de
colaboradores.
Por otra parte, el mandatario pareció enredarse en su discurso cuando aceptó
que habrá más inflación y menos crecimiento que el planeado por la Casa Rosada.
En ese momento, resaltó la "independencia" del Banco Central para luchar con la
suba de precios. Pero, por otro, advirtió que es necesario hacerlo "sin ponernos
metas tan ambiciosas", en un mensaje que sugeriría que Sturzenegger cambie la
proyección de inflación.
El Presidente sorprendió también con una defensa a la baja de la carga impositiva. "Los argentinos ya pagamos los impuestos más altos de América Latina. Muchos impuestos que dañan la producción como han sido las retenciones", sostuvo. Esto va en línea con los planteos del FMI que en su última revisión de la economía Argentina sostuvo que reducir las transferencias a las provincias impactará en la "reducción del déficit fiscal y de los impuestos distorsivos".