Hace solo un mes, cuando el suelo de los lotes se agrietaba por el devastador efecto de La Niña, el destino del trigo era incierto. Ahora, las sembradoras están a punto de arrancar con tres buenas noticias: las reservas de humedad repuntaron por las intensas lluvias de las últimas dos semanas, los precios internacionales pintan favorables porque se proyecta una caída en los stocks globales del cereal y la relación entre el precio del trigo y el costo del fertilizante es la mejor en diez años.
En este escenario, la superficie implantada podría crecer hasta las 5,9 millones de hectáreas, un área que supera el promedio histórico de implantación del principal cultivo invernal (5,6 millones de hectáreas), según una proyección del Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural Argentina.
En la zona núcleo, la estimación es que se van a sembrar 200.000 hectáreas más que el ciclo pasado y que el área trepará hasta las 1,3 millones de hectáreas, de acuerdo a los especialistas de la Guía Estratégica del Agro (GEA) de la Bolsa rosarina.
El informe recuerda que hace un mes el cereal estaba “en la cuerda floja” y faltaban, como mínimo 150 milímetros de lluvia, para restablecer las condiciones de humedad en el suelo y evitar que el trigo pase de largo en algunos planteos, que se iban directo a los siembras tempranas de la gruesa.
Ahora, la Bolsa rosarina adelanta que el cereal podría ocupar el área más importante en 20 años en el sur de Santa Fe, sudeste de Córdoba, suroeste de Entre Ríos y norte de Buenos Aires.
Luego de dos semanas constantes de lluvias, en general, el tanque está lleno para comenzar a sembrar. En el noroeste de Buenos Aires, por ejemplo, se pasó de una condición de escasa humedad -dice el informe de GEA- a registrar excesos de agua en muchos campos.
En el sudoeste cordobés y el noroeste de Buenos Aires todavía faltan entre 40 y 80 milímetros para que el semáforo de las reservas pase de amarillo a verde, y lo más probable es que esa situación se de con las precipitaciones que se pronostican para este fin de semana.
En el noreste de Buenos Aires y el sureste de Santa Fe, en los primeros tres días de mayo se acumularon entre 170 y 200 milímetros en los lotes cercanos a localidades como Rojas, Ramallo y Chacabuco, lo que implica que los perfiles están listos para la siembra, incluso con zonas con excesos.
Aún es temprano para hacer proyecciones de cosecha, pero si las estimaciones de siembra se cumplen y el clima acompaña el ciclo del cultivo la producción argentina podría llegar hasta las 19 millones de toneladas, según el informe de los especialistas de la Rural. Son 2 millones de toneladas más que la última campaña y se arañarían las 20 millones de toneladas, un desafío que la cadena del trigo ya tiene casi al alcance de la mano.
Un dato importante es que la relación de precios alienta la inversión
tecnológica: con 2,3 kilos de trigo se puede comprar un kilo de fertilizante
(urea), cuando históricamente se necesitaban 3 kilos del cereal para hacer esa
inversión.
La campaña pasada se trillaron más de 17 millones de toneladas.
La semana que viene, la cadena del cereal se reunirá en el principal evento del cultivo, “A todo Trigo”, que se desarrollará en Mar del Plata el 10 y el 11 de mayo. “Es la primera vez en seis años que los stocks globales del cereal bajan. Es muy positivo para nosotros porque va a implicar una mayor firmeza en los precios”, destacó Leandro Pierbattisti, asesor de la Federación de Acopiadores, que organiza el congreso.
El especialista contó que las perspectivas comerciales para el trigo son “más positivas” que las del año pasado. “Todavía faltan tres meses para que se definan los rendimientos en el Hemisferio Norte, pero se están previendo caídas de stocks para el año próximo, algo que no se daba desde la campaña 2012/13”, recordó.
En este contexto, las cotizaciones rondan los 190 dólares por tonelada, una cifra que están 30 dólares por encima de los 160 dólares que se pagaban en mayo del año pasado.
Esta es la tercera variable, entonces, que empuja la siembra de un cultivo que hace 9 años había tocado fondo, con la peor campaña en décadas, en el marco de las restricciones a las exportaciones del cereal y los controles en el mercado interno.
Lo que puede jugar en contra es que la espalda financiera de muchos productores se achicó por la muy mala campaña de soja y maíz, cuya cosecha, encima, ahora se atrasa por las constantes precipitaciones. Por eso los bancos, desde Expoagro, salieron a ofrecer créditos a medida de la siembra del cereal, que puede ser decisivo para cambiar la ecuación económica de un año que empezó muy mal.
“El trigo permite hacer uso de la tierra dos veces en la misma campaña y le da al productor liquidez en diciembre. Este año es particularmente importante para afrontar la caída en los ingresos a causa de la sequía. Es el cultivo que más rápido le puede generar ingresos al productor, sobre todo con los buenos precios que está marcando el mercado de futuros”, planteó Ezequiel de Freijo, economista jefe del Instituto de Estudios Económicos de la Rural.
Un punto decisivo en la recuperación del cereal es la reinserción que el trigo argentino logró en el mercado internacional, en donde se había replegado en la era del eslogan “hay que defender la mesa de los argentinos”.
El consumo interno del cereal oscila cerca de las 6 millones de toneladas, lo que deja más de 10 millones de toneladas para exportar. En el 2018, el ritmo de los embarques se aceleró: “Del 1 de enero al 28 de febrero, por ejemplo, se exportaron más de 6 millones de toneladas; es decir, la mitad de nuestro saldo exportable”, precisó Pierbattisti.
La reinserción del trigo argentino se direccionó a mercados como el brasileño -el tradicional gran cliente- y otros países de América Latina, y también a destinos más lejanos como Asia y Africa.
“Hace dos campañas atrás, cuando se pensaba en el crecimiento de la producción de trigo en la Argentina surgían una serie de incertidumbres ligadas a las chances de insertarse en el mercado internacional sin resignar niveles de precios. La buena noticia es que se logró aumentar la producción y las exportaciones, que llegaron a las 13 millones de toneladas”, aseguró Raúl Dente, presidente de la Federación de Acopiadores.
En este clima productivo y de negocios, el cereal encara la campaña con muy buenas expectativas. A futuro, el desafío será seguir afinando la calidad para consolidar la marca “trigo argentino”.