El núcleo de la estrategia de “revitalización” del agro chino, formulada por el presidente Xi Jinping en el Congreso del Partido Comunista chino, consiste en 2 medidas fundamentales.
En primer lugar, la clarificación de la estructura de derechos agrícolas de la República Popular. Es un proceso iniciado en 2014 que culminará en 2019; hasta ahora se han entregado certificados de derechos por 74 millones de hectáreas, que son 82% del total de las tierras rurales.
Esto es el pre requisito para movilizar la riqueza agrícola china, estimada en 24 billones de dólares, con el objetivo de incorporarlos al mercado capitalista nacional e internacional, en igualdad de condiciones que las tierras urbanas, de modo que pueda ser transferida (monetizada) en gran escala.
La estructura de derechos del agro chino se divide en tres grandes sectores: los derechos de propiedad de la tierra corresponden a las colectividades rurales (las urbanas en cambio son del Estado); los derechos contractuales pertenecen a los campesinos; y los derechos de gerenciamiento (management) de las actividades agrícolas son inmediatamente transferibles, sin límites para la propiedad extranjera.
Se unifica en esencia el mercado de tierras rurales y urbanas con un solo sistema de precios libremente establecidos por el mercado.
El cálculo es que la riqueza en manos de los campesinos asciende a 24,6 billones de dólares (RMB 135.98 billones). Esto implica que le otorga a cada uno de los 872,5 millones de campesinos registrados 23.594 dólares, que es 12,6 veces el actual nivel de ingreso rural per cápita en la República Popular.
Esta gigantesca movilización de riqueza ajena hoy al mercado provocará un aumento en el consumo de 30% o más en los próximos 10 años en el gigante asiático; y una convergencia de 30 puntos porcentuales entre los ingresos urbanos y rurales (la proporción en la actualidad, en cambio, es de tres a uno).
El consumo alcanzó a 76,8% del crecimiento del PBI en el primer trimestre de 2018, y se ha transformado en un boom de alcance mundial, liderado por la nueva clase media de 440 millones de personas, con ingresos per cápita superiores a 35.000 dólares anuales.
Esta monetización de los derechos agrícolas respaldará y alentará la migración del campo a las ciudades de 300 millones de campesinos en 2030; y contribuirá en forma inmediata, a eliminar la pobreza extrema del agro chino, en un proceso que culminará en 2020, con la desaparición de los últimos 30 millones de campesinos pobres en los términos del Banco Mundial (eran 810 millones de personas en 1980).
La productividad agrícola china es la tercera parte de la manufacturera, debido fundamentalmente a la escasa mecanización del agro por su extrema descentralización (la unidad productiva promedio tiene sólo 0,1 hectárea de extensión).
La transferencia de derechos agrícolas promueve en gran escala la producción corporativa de alta intensidad tecnológica y de capital, con una creciente mecanización de la última generación tecnológica.
Se trata de la más grande transformación agrícola de la República Popular desde 1978 y por la escala del país va a tener un profundo impacto en los agronegocios globales.