En los sistemas ganaderos, la siembra e implantación de una pastura es una etapa crítica. Para asegurar la oferta forrajera en el establecimiento, es importante prestar especial atención a la época del año, la reserva de agua en el perfil del suelo y las variedades seleccionadas. Especialistas de la Unidad Integrada Balcarce –constituida por la Facultad de Ciencias Agrarias y el INTA– brindan recomendaciones para producir forraje de calidad.
Jorge Castaño, especialista en pasturas del INTA Balcarce, puso el foco en la importancia de lograr una correcta implantación de las plantas, debido a que “una pastura bien lograda ofrecerá forraje de bajo costo por varias campañas”. Y agregó: “El otoño seco por el que estamos atravesando puede afectar la siembra”.
En este sentido, el especialista del INTA Balcarce señaló que la planificación del momento de la siembra, la elección del lote y la especie seleccionada son determinantes para lograr una implantación exitosa.
“En el sudeste bonaerense, y en un año sin deficiencias hídricas, recomendamos sembrar en febrero y marzo, debido a que nos aseguramos que la pastura alcance un estado de desarrollo óptimo, puede soportar períodos de estrés (como encharcamientos temporarios o sequías leves) y será consumida por los animales a partir de los 45 días”, explicó Castaño.
Las condiciones climáticas de la campaña en curso hicieron que, en algunos casos, se demore la siembra. “En aquellos establecimientos que lo requieran, la plantación debería realizarse lo antes posible para aprovechar las condiciones térmicas favorables”, indicó Castaño quien aclaró: “Una lluvia de al menos 40 milímetros daría la humedad apropiada para asegurar la germinación y emergencia de las plántulas”.
Sin embargo, Alejandra Marino –profesora de la Facultad de Ciencias Agrarias– advirtió que a partir de abril las temperaturas diarias descienden y las plantas reducen su crecimiento. “Cada semana de retraso en la siembra representa una demora de dos semanas o más para realizar el primer pastoreo”, expresó y agregó: “Una siembra a inicios de mayo nos llevaría a pastorear recién en septiembre”.
En este sentido, Marino analizó: “Si la situación hídrica no se normaliza pasado el mes de abril, se deberá demorar la siembra hasta la primavera siguiente o hasta el otoño del próximo año, debido a que con temperaturas frías el éxito de la siembra se vuelve incierto”.
Otro aspecto que influye en la obtención de un forraje de calidad es el óptimo abastecimiento de nutrientes. Germán Berone –especialista del INTA Balcarce– señaló que “en el sudeste bonaerense, y durante la implantación de la pastura, la reserva de fósforo suele ser limitada”. y agregó: “Se debe prestar atención a su disponibilidad debido a que su carencia restringe el crecimiento aéreo y radical de las plántulas y condiciona la captura de agua y de otros nutrientes como el nitrógeno”.
Por lo que “el análisis de suelo previo a la siembra, es una herramienta que ayuda a tener información precisa sobre la situación nutricional y, en caso de carencias, permite su corrección mediante una adecuada aplicación de fertilizantes”, recomendó Berone.