Y otra vez fue una mujer la que terminó aportando una salida posible del laberinto en el que el Gobierno se había metido con el aumento de tarifas.

Hace cuatro meses Elisa Carrió, junto con el presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó, y el líder del bloque radical, Mario Negri, hicieron un aporte clave al Gobierno para evitar una derrota segura en el Congreso. Ahora fue María Eugenia Vidal, otra vez con el aporte de los legisladores de Cambiemos y el radicalismo en general, la que paró la pelota antes de que se convirtiera en gol en contra.

Vidal cumplió tanto con su rol de ser la mejor alumna de Cambiemos como con la necesidad urgente de aliviar el descontento que crecía aceleradamente en su provincia por el doble golpe al bolsillo que implicaba la suba de tarifas de los servicios sumada a la inflación.

De su gabinete surgió la iniciativa que llevó a Mauricio Macri a vislumbrar una alternativa sin tener que bajar su bandera (innegociable) de continuar con la reducción de los subsidios a los servicios para ir hacia una normalización del cuadro tarifario, como le gusta definir al Gobierno lo que la gente, y sobre todo la oposición, llama el tarifazo.

Aunque la analizaron durante el fin de semana, la propuesta de la provincia de eliminar los tributos provinciales que se cargan en las facturas de servicios fue recibida de inmediato en el gobierno nacional como un tubo de oxígeno. La solución había sido pergeñada entre el jefe de Gabinete provincial, Federico Salvai, y el ministro de Economía bonaerense, Hernán Lacunza, y abrazada con entusiasmo y olfato por Vidal.

Coincidió con la idea de Macri y su jefe de Gabinete, Marcos Peña, de compartir con los estados provinciales el prorrateo de la suba que había sufrido la tarifa social a partir de diciembre. Ayer el Presidente fue enfático en esa línea.

Socializar con los gobernadores el costo de los aumentos y, al mismo tiempo, lograr un alivio para los usuarios parecía la ecuación perfecta. Habrá que ver cómo responden los mandatarios provinciales no oficialistas. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, llevó a la Casa Rosada una perspectiva optimista, sobre todo respecto de lo que harán las provincias grandes.

En la Jefatura de Gabinete destacan que en Córdoba ya se habían eliminado cargos provinciales en uno de los servicios y que lo que tendrían que poner todos los estados provinciales en conjunto para compartir el prorrateo social no supera los 600.000 millones de pesos. En el Gobierno, además, insisten en que nunca las provincias recibieron tanto de la Nación.

Quién paga el ticket de salida
La provincia de Buenos Aires será la que afrontará el mayor costo. La eliminación de impuestos que engordan las facturas implicará dejar de percibir unos 3000 millones. No es tanto cuando se contempla que el presupuesto provincial orilla los $650.000 millones, pero no es poco si se tiene en cuenta que el conflicto docente está abierto por cuestiones de plata.

En las cercanías de Vidal están confiados en que podrán compensarlo con la reasignación de algunas partidas y la resignación de ciertas obras. Algunos conocedores de la provincia advierten que la administración cuenta con otra herramienta: la bicicleta financiera. Pedalear pagos a proveedores por algunos días y poner mientras tanto ese dinero a plazo fijo puede ser una solución creativa y ya transitada por esta gestión. Parecen ser problemas menores.

En el gabinete provincial urgía la necesidad de descomprimir la situación que estaban generando los aumentos de tarifas, como se mencionó ayer en estas páginas y como comprobaron todos los integrantes del oficialismo que participaron el sábado del primer timbreo del año.

La presión, sin embargo, no provenía solo de los ciudadanos comunes. Los intendentes, incluso los de Cambiemos, habían elevado su preocupación, temerosos de que empezaran a caer los ingresos propios por el impacto que tendrían los aumentos en los bolsillos de los contribuyentes municipales. Está comprobado que en la Argentina cuando alguien tiene problemas económicos o financieros, al primero que deja de pagarle es al Estado.

Otra urgencia tenía sede en la Legislatura bonaerense. La semana pasada, el oficialismo había sorteado con esfuerzo un principio de incendio en la Cámara de Diputados. No había certezas de que esta semana lograran apaciguar los ánimos. Vidal y su equipo tenían suficientes incentivos para buscar una solución. La necesidad puede volver muy creativos a algunos políticos. En el gobierno nacional ayer lo agradecían.

Al caer la tarde, el alivio en la Casa Rosada era evidente. "Se logró administrar bien la tensión política", fue la frase con la que resumió lo ocurrido en las últimas 72 horas uno de los hombres más escuchados por Macri. Otra vez el Gobierno había estado a punto de hacerse un gol en contra y logró zafar sobre la línea. El juego de la prueba y el error no pierde vigencia.

Por ahora Macri sostiene el empate, pero queda todavía mucho por jugarse.

Se da por hecho que la oposición política tratará de mantener todo lo alto que pueda el reclamo por los aumentos. No tiene muchas ocasiones para golpear al unísono al Gobierno y no soltará esta oportunidad tan mansamente.