Mientras un sector del peronismo se disputaba con modos patéticos la sede histórica del partido -desde hace tiempo vaciada de actividad y de contenido-, el macrismo explicaba su plan para expropiar terrenos y legalizar la situación de quienes habitan en villas y asentamientos. Luis Barrionuevo y José Luis Gioja peleaban por un edificio simbólico, sin advertir que en ese mismo momento se les estaban colando por el galpón del fondo con un anuncio de neto corte peronista.
Algo similar había ocurrido en la elección del año pasado, cuando mientras se dirimía la interna entre kirchnerismo y peronismo tradicional, Cambiemos perforaba históricos bastiones del PJ para ganar por primera vez en sectores marginales a los que hasta entonces nunca había accedido. El conurbano fue testigo de esta mutación.
Después de conseguir allí un buen caudal de votos, el Gobierno busca consolidarse en esos sectores sociales desde una actitud simbólica muy fuerte, como es conceder el acceso legal a una vivienda. Una apelación emotiva al Juan Perón distributivo.
El nuevo plan del Gobierno, que tiene a la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, como figura central, persigue un objetivo de reparación para 3,5 millones de personas que desde hace años están en una situación de extrema precariedad. Ya pasó mucho tiempo desde que el macrismo desistió de su vieja idea de relocalizar las villas y adoptó el concepto menos controvertido de la urbanización. El espíritu reformista del presidente Mauricio Macri siempre fue moldeado por su naturaleza pragmática.
La iniciativa exhibe un gesto muy fuerte hacia las organizaciones sociales, con las que viene trabajando desde hace un año y medio en el censo de los asentamientos, y que en los últimos meses habían adoptado un mensaje francamente crítico hacia la Casa Rosada.
El vínculo de esas agrupaciones con Stanley y con el omnipresente Mario Quintana nunca se cortó, ni siquiera en los peores momentos de la relación. Y eso le permite ahora a la Casa Rosada exhibir una medida ante quienes la cuestionan por "gobernar para los ricos". Mucho más después de la interminable secuencia de aumentos tarifarios que repercutieron fuertemente en las clases medias y bajas, y que generaron inusuales reacciones entre los socios del radicalismo y de la Coalición Cívica.
Es un mensaje que además aspira a ser interpretado en el Vaticano, de donde siempre surgen versiones oficiosas sobre la preocupación del Papa por la falta de sensibilidad social del macrismo. Lentamente parece recuperarse cierta sintonía entre Macri y Francisco, quien casualmente tiene entre sus predilectas a Stanley. En eso el Pontífice coincide con su detractor Jaime Durán Barba, quien proyecta para la ministra un futuro electoral importante.