En medio de una campaña a la que calificaron como "difícil", aunque no tan mala como en anteriores años, referentes de distintas empresas líderes del sector agrícola local prefirieron ser cautos y mantenerse a la expectativa respecto a la implicancia de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que ayer le pegó de lleno a los precios de la soja y sus derivados en Chicago.

Tras conocerse el anuncio del gobierno chino de imponer un arancel de 25% a las importaciones estadounidenses de soja (entre otros 106 productos que incluyen también al maíz, al trigo, al algodón y al sorgo), los futuros de la soja llegaron a desplomarse más de 4,6%, o u$s 17 por tonelada, que terminó recortándose a un 2% hacia el cierre del mercado.


Luego de participar de un panel en la Expo EFI, los ejecutivos argentinos analizaron que en principio los productores locales tenderán a retener aún más la soja hasta que se recompongan los precios internacionales, al tiempo que descartaron que la cosecha local pueda suplantar, potencialmente, el volumen de soja que China le compra anualmente a Estados Unidos.

El gigante asiático consume entre 115 y 120 millones de toneladas de soja por año, de las cuales el año pasado importó unas 100 millones: la mitad provistas por Brasil y 35 millones fueron desde Estados Unidos.

El CEO de Rizobacter, Ricardo Yapur, le dijo a El Cronista que "no hay quien pueda suplir ese volumen (de demanda china), más cuando la Argentina tiene 15 millones de toneladas menos este año, por el crecimiento del trigo y maíz", destacó. Además, consideró que si el precio internacional se mantiene bajo incentivará al productor local a no desprenderse del grano. "El productor no va a querer vender y convalidar ese precio", sostuvo.

Jorge Arpi, presidente de Los Grobo, comentó que en principio la situación debería ser positiva para los oferentes "porque la base del consumo chino existe y va a seguir estando". En ese sentido, coincidió que si los productores financieramente tuvieran la posibilidad de posponer la decisión de venta, apostarían por no vender.

El ejecutivo relativizó los efectos de la sequía, al sostener que hay productores que entraron a la cosecha capitalizados, con reserva de granos y perfil de suelo cargado de agua. "La situación es mucho menos grave de la que se presenta públicamente", aunque admitió que también están los productores que quedaron descapitalizados, con deuda en el mercado financiero a los que el clima les pegó fuerte.

Por su parte, Juan Farinati, presidente de Monsanto, consideró que hay que esperar que la situación se calme: "Es algo incontrolable lo que está sucediendo. Creo que nadie puede asegurar lo que va a pasar, pero lo que es prioritario para los productores es tratar de asegurar comercializar bien su grano y asegurarse la productividad", destacó en un análisis en el que marcó que por el tipo de cambio y los precios internacionales de los granos el año no va a ser tan malo, pese a la sequía.