Durante el 2017, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) certificó la exportación de 206.039 toneladas de maíz pisingallo a 112 países y por un valor FOB, declarado por los operadores, de unos 112.528.667 de dólares.
En la actualidad se encuentran inscriptas y habilitadas por el Senasa para la exportación 52 plantas situadas en las principales regiones maiceras de nuestro país, con cuatro zonas bien delimitadas que concentran la mayor proporción de este cultivo: Norte y Sudeste de Buenos Aires, Sur de Santa Fe, Córdoba, y el NOA.
Al igual que otros maíces, tales como los plata (Flint) o los de Alto Valor (MAV), el pisingallo (conocido también como pochoclo, pororó, popcorn) es un producto diferenciado que se destina al consumo humano con valor agregado mediante su procesamiento.
La Argentina como el principal exportador mundial y uno de los más destacados productores de maíz pisingallo, es uno de los referentes en el mercado mundial. Exporta casi la totalidad de lo que produce, alrededor del 97% del total, derivando el 3% restante al consumo interno.
Entre los destinos más destacados para este periodo se encuentran India, Colombia, Emiratos Árabes Unidos, Perú, Marruecos Ecuador, Egipto y, en un rango menor, Turquía, Argelia, y Filipinas, entre otros.
Calidad
Para contribuir a su consolidación y afianzamiento en el mercado externo desde el 2016, el Senasa implementa un sistema de control de calidad de maíz pisingallo con destino a exportación. Su objetivo es verificar el cumplimiento de requisitos de calidad, establecidos en la Resolución N° 517/2015 por parte de exportadores y plantas procesadoras.
Este sistema de control oficial contribuye al desarrollo integral de la cadena de valor del maíz pisingallo en la obtención de productos confiables que cumplen con los requisitos de los principales mercados importadores.
Entre los principales requerimientos del sistema, se encuentran la implementación de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), en los establecimientos procesadores, que incluyen trazabilidad, registros, control de plagas, capacitaciones, y medidas preventivas para evitar contaminaciones no deseadas tales como microtoxinas, residuos de pesticidas, y organismos genéticamente modificados (OGM).
El profesional de la Dirección de Calidad Agroalimentaria del Senasa, Gabriel Grosso afirmó que "los productores procesadores y exportadores de maíz pisingallo supieron explotar una atractiva producción e introducirse en el negocio de esta especialidad granaría en una gran cantidad de países".
“Realizando importantes inversiones, tanto en el mejoramiento, como en la aplicación de prácticas innovadoras en la producción primaria y en plantas de procesamiento, sumado a la adopción de sistemas de gestión de la calidad, se logra dar cumplimiento a las características buscadas por los clientes en el mundo”, añadió el agente del Senasa.
De esta manera nuestro país tiende a disminuir reclamos o rechazos por parte de las autoridades sanitarias extranjeras, manteniendo en alto la imagen de este producto, permitiendo acceder a nuevos mercados y manteniendo los actuales.
“Accediendo a certificaciones de calidad como las BPM, las empresas registradas quedan mejor preparadas para cumplimentar otras como HACCP, ISO, y certificaciones de tipo privadas que les exigen sus vínculos contractuales”, finalizó Grosso.