El mercado ya descuenta una grave caída en la cosecha de soja.
Al mismo tiempo, los precios de la soja siguen un camino ascendente en Chicago.
¿La razón? La respuesta está en la baja productiva de nuestro país que impactará especialmente en la molienda de soja y, por lo tanto, en la oferta de exportación de harina de soja.
Para decirlo claramente: el mercado mundial de la oleaginosa tiembla porque el mundo ya estima una baja de al menos 11 millones de toneladas –respecto a los cálculos de inicio de la campaña- en la producción de soja por los problemas climáticos que sufre nuestro país.
Como nuestro país es el primer exportador mundial de harina de soja, la baja en la producción local implicará una reducción de alrededor de 8,5 millones de toneladas en la producción y exportación de harina de soja.
Es verdad que una buena cosecha brasileña de soja podría compensar, en gran parte, la reducción en la Argentina.
Pero también es verdad que Brasil no está en condiciones de entregar al mundo el volumen de harina de soja que nuestro país suele exportar.
Más claro: Brasil podrá tener mucha soja, pero no podrá industrializar la cantidad necesaria para abastecer el faltante de harina de soja. Porque no posee la eficiente y gran capacidad de molienda argentina.
Mientras nuestro país puede procesar alrededor de 200 mil toneladas de soja, el ritmo brasileño es mucho menor: apenas 170 mil toneladas, pese a que el volumen de poroto de soja es el doble.
En suma: Brasil tiene mucha soja, sin duda. Pero, el porcentaje para industrializarla no se acerca ni remotamente al de la Argentina.
Con este cuadro, lógico sería aguardar nuevas subas en los valores en todos los productos del complejo, especialmente en las harinas.
Pero, atención: en algún momento la tendencia podría modificarse; todos los procesos de suba tienen un techo.