Es una carrera contra reloj. La meta es marzo y las grandes firmas del sector, sobre todo AB InBev (la dueña de Quilmes), no pierden tiempo. Por caso, hace solo unos días sus ejecutivos fueron recibidos por funcionarios del Ministerio de Hacienda. ¿El objetivo? Algunos lo llaman "la solución champagne", y a pesar de que el Gobierno quizá no la avale como salida, sí coinciden con parte del diagnóstico del sector empresarial. Por eso, analizan modificaciones en la letra chica de la reforma tributaria aprobada en el Congreso para emprolijar la posición de la cerveza en el mercado, sobre todo en la competencia con el vino.
Tras la presentación de la reforma y el aumento previsto en el impuesto al vino y a los espumantes (también a la cerveza y los licores) llegaron las quejas de las bodegas y algunos gobernadores. Luego vino la decisión oficial de eliminar ese impuesto interno. Sin embargo, el champagne quedó gravado con un 13,6% de tasa efectiva. Entonces, el Gobierno se comprometió, como ya ocurría desde 2004, a publicar un decreto anual que lo eximiera totalmente del impuesto. Eso ocurrió efectivamente el 30 de diciembre pasado. Esta solución es la que pretenden impulsar los cerveceros en la reglamentación de la reforma tributaria, en los primeros días de marzo. La intención es hacer más gradual el golpe del impuesto interno o eliminarlo, tal como había propuesto el Gobierno luego de la eximición total al vino.
El impuesto a la cerveza volvió a escena, confirmaron fuentes oficiales y empresariales, de la mano de Diego Bossio, hoy diputado nacional del Bloque Justicialista, pero en el pasado jefe de asesores del senador Celso Jaque (exgobernador de Mendoza). Bossio fue además subsecretario de Gestión Pública y responsable de la Unidad de Financiamiento Internacional de Mendoza. "La decisión de mantener el impuesto a la cerveza fue de todos los que negociábamos en el Congreso, incluso del oficialismo, al que le tenían que cerrar los números", afirmó Bossio a LA NACION. Cuestionó que el Gobierno continúe negociando con las empresas y dijo: "Espero que respeten el espíritu de una ley que fue debatida y aprobada en el Parlamento".
El artículo 111° de la reforma tributaria promulgada modificó el artículo 25° de la ley de impuestos internos y estableció un incremento al 14% (desde el 8% anterior) para las cervezas, lo que implica una tasa efectiva del 20,48%. No obstante, las versiones artesanales quedaron gravadas con un 8% (sin cambios), lo que benefició sobre todo a muchas pymes del sector. En tanto, quedaron exentas del impuesto las cervezas que tengan hasta 1,2 grados de alcohol en volumen.
"Esto excede a los lobbistas del sector. Lo que quedó es un mamarracho", describió una importante fuente oficial a LA NACION. Para los autores de la reforma, la estructura impositiva quedó desbalanceada luego de tantas idas y venidas. Tanto en Hacienda como en Producción analizan los números del sector para que no existan tantas diferencias entre cervezas. No obstante, afirmaron que cualquier cambio impulsado oficialmente buscará mantener el incentivo que tienen las empresas a fabricar cervezas con baja graduación alcohólica.
Los negociadores del sector son los ejecutivos de Quilmes y los de Cerveceros Argentinos, la cámara del sector. La última reunión fue el 11 de enero por la mañana, cuando los empresarios y algún abogado fueron recibidos por Ignacio Pérez Cortés, secretario de la Secretaría Legal y Administrativa del Ministerio de Hacienda.
En las empresas cerveceras contaron a LA NACION que las gestiones que se realizaron ante el Congreso para explicar el contexto en el debate de la ley que se terminó votando quedaron en la nada. En esas firmas creen que el sector de bebidas quedó "descalibrado".
La idea, contaron, es meterse en la reglamentación de la ley para lograr cierta gradualidad del impacto del impuesto o que se mantenga la alícuota actual, del 8%. "La diferencia entre unos productos y otros es muy grande. Pese a que otros tienen más alcohol en sus bebidas, por grado de alcohol nosotros terminamos pagando mucho más", explicó un ejecutivo.
En el mundo del vino son implacables e impulsan retóricamente que esas diferencias se mantengan. "En los países vitivinícolas hay políticas de Estado que implican la diferenciación de impuestos internos a favor del vino", afirmaron en una bodega. Allí además recogen otro argumento a su favor. Según datos de la consultora en consumo Scentia, la venta de cerveza en supermercados creció un 19% el año pasado, mientras que la de champagne cayó 14% en el mismo período. "No parecen estar en crisis", dicen en el sector vitivinícola, y recuerdan que la facultades de subir o bajar impuestos internos que tiene el Ejecutivo dependen de "la situación económica de determinada o determinadas industrias". Hasta marzo, argumentos a favor y en contra de la cerveza se seguirán acumulando.
Cómo quedó la reforma impositiva
Los impuestos internos en el mundo de las bebidas fueron y vinieron al son de las negociaciones políticas, que no solo incluían el avance de la reforma tributaria, sino también la aprobación o no de la polémica reforma previsional, para la cual el Gobierno debió ceder muchas de sus propuestas originales. El mundo de la cerveza fue claramente uno de los perdedores. Si bien las artesanales o las de baja graduación quedaron sin cambios, la cerveza común pasó de pagar 8% a 14%. Otros sector que perdió la batalla, pero aún mantiene encuentros con el Gobierno, es el de los licoreros, que pasó de pagar 20% a 26%. Vinos y sidras quedaron con un impacto de 0%, mientras que las bebidas energizantes pagarán el 10%. Las bebidas analcohólicas seguirán pagando 8%.