El tambo de 1300 vacas en ordeñe del Grupo Chiavassa en Carlos Pellegrini (Santa Fe) se convirtió en un caso modelo porque en seis años duplicó su producción a partir de aumentar un 45% la cantidad de animales y combinar gestión, tecnología, mejora de la genética e infraestructura adecuada, lo que demandó unos US$2,5 millones.
Se trata de un establecimiento que produce 15 millones de litros anuales. Cristian Chiavassa explicó a LA NACION que aumentaron 67% el número de vacas ordeñadas y 17% la producción individual. En el campo de 1600 hectáreas (950 propias y el resto arrendadas) también hacen agricultura, pero fundamentalmente orientada a la alimentación de los animales. La evolución del tambo se logró con un incremento de apenas el 4% de la superficie explotada.
Las mejoras se lograron en función de varios factores. Por ejemplo, una caída significativa en el índice de mortandad de terneras en crianza (pasó del 13% al 4%) y en el de animales adultos (12% al 6%). En paralelo, la tasa de preñez aumentó cinco puntos porcentuales, del 17% al 22 por ciento.
La incorporación de tecnología, señaló Chiavassa, fue clave. El establecimiento cuenta desde 2010 con una sala de ordeñe rotativa equipada con un sistema de gestión que hace la identificación electrónica de cada animal y establece parámetros. Hay tres ordeñes diarios de las vacas (unos 200 animales por hora). Invirtieron US$1,5 millones.
Otro aspecto fue la incorporación del sistema de collares con medición de actividad y rumia, que mejoró el sistema productivo. Cada uno contiene un sensor de movimiento, un microprocesador, una memoria y un micrófono especialmente desarrollado para detectar los tiempos de rumia de la vaca, el ritmo de masticación y el tiempo transcurrido entre bolos alimenticios que circulan por el esófago. Así se pueden detectar y registrar los patrones de comportamiento y, por ejemplo, al identificar animales en celo las tasas de inseminaciones llegaron al 67 por ciento.
Dos galpones de 8000 metros cuadrados de compost (con techos corredizos) permiten incrementar los niveles de bienestar animal. El promedio de producción en esos lugares es de 40 litros diarios promedio, mientras que la producción en el resto del rodeo tiene una media de 33,7 litros diarios. Los techos se usan, además, para captar agua de lluvia que se almacena en un aljibe de dos millones de litros. La construcción insumió unos US$800.000.
La cama de compost permite generar fertilizantes de manera natural: reemplazan el equivalente a 100 toneladas de urea y 30 toneladas de MAP al año.
Chiavassa destacó a la alimentación como otro elemento importante. En el tambo trabajan con un nutricionista y se busca una alimentación pareja y estable (tanto en composición como en presentación). "La calidad de la nutrición puede incidir en la producción diaria entre 7 y 10 litros de leche", expresó.
Respecto de la genética, usan 100% de toros genómicos y tienen identificado un grupo de hembras elite que forman el grupo de donantes. Además, utilizan semen sexado en las vaquillonas, lo que permite que los partos hembras superen el 56% anual.
En el tambo trabajan 50 personas con un alto nivel de eficiencia por trabajador medido en litros de leches anuales ordeñados. El Grupo Chiavassa comercializa toda su producción de leche cruda a empresas lácteas; lo hace con logística propia, lo que permite optimizar fletes y negociaciones.