Los argentinos incrementaron cerca de 15% su consumo de carnes en lo que va de esta década y en 2017 habrían recuperado niveles récord, con unos 118 kilos anuales por habitante, según surge de las estadísticas oficiales.
En el acumulado enero-noviembre del año pasado, el consumo promedio per cápita se ubicaba en 58,67 kilos de carne bovina, 44,06 kilos de carne de pollo, 14,04 kilos de carne porcina y 1,2 kilos de carne ovina.
En total, si esos niveles de consumo se hubieran mantenido sin grandes alteraciones en diciembre, la ingesta anual de carnes per cápita se ubicaría cerca de 118 kilos, un nivel de consumo histórico que iguala la anterior marca, lograda en 2015.
Más allá del probable récord, lo que muestran los indicadores recopilados por el Ministerio de Agroindustria es que el consumo interno de carnes registra síntomas firmes de recuperación luego de una leve caída en 2016, primer año de gestión del gobierno de Cambiemos.
Entonces el acumulado había retrocedido a 115,92 kilos anuales por habitante; si se consolidan los 118 kilos de 2017, la mejoría fue de casi 2% interanual. El salto en los niveles de consumo de carnes en la Argentina es mucho mayor respecto de los niveles históricos.
En 2000 ese mismo indicador se ubicaba en 101,56 kilos/año per cápita y una década después apenas habían crecido a 102,24 kilos/año. Desde este último indicador, siempre en promedio, los argentinos incrementaron cerca de 15% el consumo per cápita.
Este incremento -que ubica a la Argentina en materia de consumo de proteínas animales en niveles similares a los de los principales países desarrollados-, se explica sobre todo en el crecimiento de la oferta interna de carne de pollo y de cerdo, frente al estancamiento histórico de la faena de bovinos.
Así, mientras los cortes vacunos cubren ahora 49,7% del consumo total, las dos carnes sustitutas representan en conjunto otro 49,2% del consumo; la carne ovina continúa siendo marginal.
En el transcurso de 2017, sin embargo, el comportamiento no fue parejo entre las diversas carnes, ya que hubo incrementos en la demanda interna de carne vacuna y la porcina, pero caídas en el sector avícola.
Hasta noviembre, el consumo per cápita de pollos se había retraído 7,7% respecto de los once primeros meses de 2016, ya que las principales empresas del sector decidieron ajustar sus planes de producción para forzar una mejora de los precios y evitar así un quebranto generalizado en ese sector productivo.
En cambio, el consumo de carne vacuna se había robustecido 4,5% respecto del periodo enero-noviembre de 2016 y el de carne de cerdo había crecido entre ambos periodos el 9,16%. Fuente: Telam