Las exportaciones de premezclas y harina, equivalente trigo, cerrarán 2017 en
el mayor nivel de los últimos cinco años. Según datos de la Federación Argentina
de la Industria Molinera (FAIM), la cámara que agrupa a los molinos del sector,
las ventas al exterior del rubro finalizarán el año con 1.004.090 toneladas por
un valor de US$ 213,6 millones.
El crecimiento con respecto al año pasado será del 20,5 por ciento. En rigor, en 2016 se habían comercializado al exterior unas 833.451 toneladas. En ese momento, el negocio de la exportación representó un valor de 194,7 millones de dólares.
Por destinos, Brasil y Bolivia concentraron las compras durante 2017.
Mientras el primer país terminará llevándose el 51% de la harina, Bolivia lo
hará por el 44%. Es decir, sólo estos dos mercados representarán el 95 por
ciento de las operaciones que tienen los molinos argentinos.
Para el sector, los costos en los últimos años han complicado la competencia por los mercados de ultramar.
"No hemos podido subir una tonelada a un barco para ir a países donde
estábamos antes", dijo a LA NACION Diego Cifarelli, presidente de la FAIM.
Cifarelli señaló que eso ocurrió por "la falta de competitividad y los costos logísticos".
El país supo tener una buena participación en las compras de Angola, pero ahora las ventas hacia ese destino apenas rondan el uno por ciento de los negocios totales del sector.
Hay que remontarse a 2011 para encontrar un nivel de exportaciones en toneladas más alto que el de 2017.
En 2011, según la FAIM se habían colocado en el exterior 1.360.739 toneladas. Y fue por un valor de US$ 403,4 millones. En 2012, en tanto, se vendieron 1,2 millones de toneladas por 373,7 millones de dólares.
Luego de esos valores, en medio de las restricciones a la exportación del anterior gobierno, las ventas comenzaron a declinar y tocaron un mínimo en 2013 de 372.895 toneladas. El anterior gobierno controlaba la actividad con cupos y permisos para poder vender al exterior. Además, para el mercado interno exigía a las empresas precios más bajos que los que en realidad les permitían los costos. Puso compensaciones para que las empresas cubrieran las diferencias de precios.
Según Cifarelli, con los números que está cerrando 2017 se demuestra que el sector está "en el camino del que nunca debería haber dejado de estar".
La industria tiene como objetivo alcanzar los dos millones de toneladas de exportación e ir, además, por los líderes del mercado, Kazakhstán y Turquía. Este último tiene el primer lugar del podio con ventas por 4,35 millones de toneladas.
Hoy la Argentina está en el cuarto lugar del ránking, después de Canadá, y tras el volumen de 1.004.090 toneladas en 2017 apunta a "cerca de las dos millones de toneladas" para 2018, según precisó Cifarelli. Con eso pasaría al tercer puesto de los exportadores.
"Lo que venga por delante depende de lo que podamos hacer con el Estado, ya sea en materia de análisis de competitividad para ir por los líderes del mercado", indicó el presidente de la entidad molinera.
En la actualidad el reintegro para las exportaciones del sector están en el 3%, el más bajo de las cadenas del agro.
"Necesitamos un reintegro acorde a las expectativas y a la fortaleza que puede tener la molinería a futuro", afirmó Cifarelli. En la FAIM destacan que, vía impuestos indirectos, los molinos ingresan cinco veces más de plata de la que reciben por reintegros.