Los contratistas forrajeros argentinos están entre los más tecnificados del mundo. También son de los pocos que están nucleados en una cámara y, como ocurre con sus pares de maquinaria agrícola, son los que más horas exigen a sus máquinas cada año.
Semanas atrás, el contratista forrajero argentino, Daniel Gardello, visitó en el norte de España, en plena época de picado de maíz, a su par Angel Caral Millán, un catalán de 27 años que, siguiendo la tradición de su padre, y junto a su madre, está en el negocio hace varios años. Clarín Rural los reunió para repasar similitudes y diferencias a un lado y otro del Atlántico.
“La experiencia de conocer de primera mano cómo trabajan en otro país me sirvió para repensar algunas cosas que hacemos acá”, contó Gardello, que en 1999 puso en marcha ForCeres con una picadora de 4 surcos y una camioneta.
Evolucionó y con tres picadoras, una flota de camiones y tractores alcanzó a picar 10.000 hectáreas por año (6000-7000 de maíz y sorgo, 2500 de trigo y cebada y unas 500 de alfalfa), aunque las últimas campañas, producto de los excesos hídricos, lo obligaron a achicar el negocio a unas 4000 hectáreas de maíz y sorgo más 1.500 de fina.
Por lo que vio en su recorrida por establecimientos, Gardello consideró que están equiparados en cuanto a tecnología de picado aunque “quizás sus tractores estén un escalón arriba”.
En España vio tractores que desarrollan más velocidad (60-70 km/h) con un sistema de frenos y transmisión hacia el remolque que permiten que el tándem se comporte como un camión. Esto les permite transportar cargas hasta 100 kilómetros de distancia.
“Yo lo veo como algo viable para nosotros en vez de camiones porque nos permitiría trabajar en condiciones de piso complicadas algo que sufrimos mucho las últimas campañas”, contó Gardello. “El 45% de las parcelas que trabajamos son de hasta 4 hectáreas, quizás al sur tengamos campos más grandes de 30 hectáreas y unos pocos de 100 hectáreas”, graficó Caral Millán. A lo que Gardello acotó: “Por eso, para ellos es normal trabajar en tres establecimientos una misma semana”.
“Para nosotros la tecnología ha sido y es importante”, reconoció Gardello. Se refiere a máquinas de mayor capacidad de picado, con plataformas más grandes y motores de mayor potencia. “Además, los sensores que miden y advierten cualquier anomalía permiten trabajar más tranquilo en jornadas que a veces son extensas”, apuntó el argentino.
Al momento de pensar en la inversión que hacen en nuevas tecnologías, Caral Millán advierte que no compran por comprar. “Nos fijamos mucho en no malgastar el dinero en equipamiento que después no nos sirva, pero si hay algo que creemos que es útil ahí sí invertimos fuerte”, relató el contratista catalán.
En este sentido, han sido de los primeros en incorporar el sistema de cracker. “Esta campaña hemos colocado en las dos mejores picadoras y a mitad de campaña nos dimos cuenta que hubiera sido genial tenerlo en todas porque hacen un trabajo de gran calidad”, se lamentó Caral Millán.
Coincide con la importancia de esta tecnología Gardello, para quien “el cracker es fundamental porque permite romper el grano en cualquier condición del grano, sea duro o pastoso”.
En Angel Caral SL trabajan 9 empleados estables pero en épocas donde tienen todas las picadoras en acción llegan a ser 35-40. Tienen 8 tractores, cinco picadoras y tres cosechadoras. En cosecha y picado se mueven por toda España, desde Girona en el este, hasta Huesca al este y Valencia al sur). Las picadoras las usan alrededor de 1.000 horas por año.
Gardello tiene tres picadoras, dos carretones, once camiones con batea, excavadora, pala, camión volcador y una treintena de personas trabajando. Con ese equipamiento llega a levantar en un patio de comida de 300 metros de largo por 100 de ancho una montaña de maíz picado de 14 metros, a la altura de las más grandes del mundo.
Si hay un tema donde contratistas españoles y argentinos sienten bien la diferencia es en cuanto al estilo de vida que llevan. Acostumbrados a la vida de casilla por trabajar lejos de su casa, y con un cocinero incorporado al equipo de trabajo, los contratistas argentinos son realmente nómades.
En este sentido, Gardello se sorprendió porque sus pares españoles almuerzan y cenan en el pueblo más cercano y duermen en su casa o en hotel. “Están mucho más cómodos que nosotros”, reconoció el contratista argentino. En tanto, Caral Millán retruca: “Quedé alucinado con la vida de motorhome que llevan los contratistas argentinos, hay que tener mucha pasión para hacer lo que ustedes hacen”.
En 2017 Caral Millán visitó Argentina y recorrió junto a su padre algunos establecimientos. “He estado varias veces Alemania, que es bastante más grande que España, pero aún así Argentina le da mil vueltas al país más agrícola de toda Europa, quedé asombrado de la cantidad de agricultura que tienen allí y estuvimos de acuerdo con mi padre que si alguna vez en la vida les permitieran explotar en producción enterrarían a Europa de granos, es impresionante”.
Angel Caral Millán empezó de muy joven a trabajar con su padre. Por entonces su principal desafío era picar maíz en los establecimientos importantes. Actualmente, podría decirse que su sueño está cumplido pues trabajan para dos de los tambos más grandes de Europa, Granja San José (3000 vacas) y Valle de Odieta (5000 vacas). “Hoy, el principal desafío es mantener todo lo que ya hacemos, prestando el mismo servicio cerró.